La lluvia incesante, paraguas que se abrían y cerraban entre la multitud y una temperatura que alcanzó los 10 grados centígrados fueron los ambientes que enmarcaron el concierto del tenor español José Carreras, la noche del sábado pasado, en la Plaza del Teatro, afuera del teatro Sucre.

Adentro, la situación fue distinta. Allí, quienes pagaron entre 100 y 300 dólares, estaban cómodos. Acudieron parejas de novios, esposos, grupos de amigos, familias enteras y solitarios.

Afuera, llevaron sándwiches y hamburguesas para no pasar hambre. Otros se conformaron con lo que ofrecían los vendedores ambulantes: chicles, cigarrillos, caramelos, fundas de papas y licor.

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María de los Ángeles Llerena, contadora de 28 años, llevó su cámara fotográfica para captar la pantalla y tener algún recuerdo de la presentación de Carreras. Confesó que es amante de la ópera y de las interpretaciones que hacen los tres tenores: Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti.

“Por lo menos eso”, expresó, mientras revisaba en su pequeña cámara la última toma de la presentación de Carreras, quien se llevó los aplausos del público de la plaza.

Las palmas sonaron con fuerza después de cada interpretación, especialmente durante El día que me quieras, de Carlos Gardel.

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Una mujer, quien prefirió el anonimato, observó el espectáculo callada, al inicio. Se limitaba a decir “para qué gritar, ni que nos fuera a oír”.

Después se olvidó de lo que dijo y se contagió del sentimiento que Carreras transmitía en sus melodías, la dirección musical de David Giménez y la sobriedad de la Sinfónica Nacional. Casi al final, aquella mujer se animó a aplaudir, aunque sabía que los artista no la iba a escuchar.

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Vierno, de Giusseppe di Stefano, fue el tema con el que el tenor español cerró su concierto, a las 22h40, del sábado pasado.