Aunque la campaña presidencial en EE.UU. se ha polarizado tradicionalmente entre los candidatos de los partidos Demócrata y Republicano, hay numerosos candidatos marginales, entre ellos socialistas, ecologistas e incluso comunistas, presentando la otra cara de la elección presidencial estadounidense del próximo 2 de noviembre.

Walter Brown, de 78 años y Mary Alice Herbert, de 68, son los candidatos por el Partido Socialista estadounidense (SP-USA), uno de los más antiguos del continente, que  defiende un programa abiertamente socialista y feminista.

El periodista Bill van Auken, de 54 años y un ex obrero negro de General  Motors en Ohio (norte), James Lawrence, de 65 años, se presentan en nombre del  Partido Socialista por la Igualdad (SEP), de tendencia trotskista.

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Roger Calero y Arrin Hawkins son candidatos del Partido Socialista de los  Trabajadores (SWP), movimiento que se define como comunista. Nacido en  Nicaragua en 1969, Calero no es elegible, pero continúa en campaña. 

John Parker y Teresa Gutiérrez son candidatos del Partido Mundial de los  Trabajadores (WWP), un grupo comunista radical favorable a una globalización  alternativa y opuesto a las transnacionales.  Condenado a cadena perpetua por la muerte de dos agentes federales, el  militante por la causa indígena Leonard Peltier, considerado “preso político” por Amnistía International, es candidato por el Partido  por la Paz y la Libertad (PFP) con Janice Jordan, militante de los derechos civiles. 

Los Verdes (ecologistas) presentan al abogado David Cobb y a Pat LaMarche, una militante ambienalista.

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Pero el más importante es Ralph Nader, que en el 2000 se lanzó por los Verdes y este año se presenta bajo la etiqueta del Partido de la Reforma, que antes apoyó la candidatura del conservador Pat Buchanan.

A los 70 años, Nader se postula por cuarta vez a la Casa Blanca con pocas esperanzas, pero con la voluntad de hacer avanzar sus ideas de  izquierda, aun a riesgo de favorecer indirectamente la reelección de George W.  Bush.

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Defensor respetado de los derechos de los consumidores, Nader es la oveja negra de la izquierda estadounidense desde hace cuatro años.

Como candidato del Partido Verde, Nader obtuvo en el 2000 un 2,7% de los votos pero los demócratas  le reprochan haberle robado votos a su candidato, Al Gore, favoreciendo la  victoria de Bush.

Desde su primera candidatura en 1992, el objetivo de Nader es el mismo:  hacer desaparecer “el sistema bipartidista” favorable a los “intereses  financieros”. Este “duopolio”, repite, “amenaza la democracia estadounidense”. 

Kerry tendría más electores

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Sondeos previos a la elección  presidencial en EE.UU. apuntan la posibilidad de que el próximo 2 de noviembre se repita la experiencia del 2000, pero al contrario.

Frente a lo que sucedió hace cuatro años, esta vez el presidente Bush podría ser el más votado en el país, pero el demócrata, John Kerry, ganaría en el Colegio Electoral, que al final determina la victoria.

Los sondeos en los estados clave de EE.UU. muestran avances de Kerry, aunque las encuestas nacionales dan un empate o una ligera ventaja a George W. Bush, que aspira a la reelección.

Según un sondeo de ABC News difundido ayer, Bush concita el 49% de las preferencias de los electores que tienen previsto ir a votar y Kerry el 48%.

La  ventaja en favor del republicano es menor que el margen de error de la  encuesta, de más o menos 2,5 puntos porcentuales.

En Estados Unidos, los ciudadanos no escogen directamente al presidente, sino a delegados a un Colegio Electoral de 538 representantes que a su vez eligen al presidente.

Cada estado tiene adjudicado un número de “grandes electores” según el número de sus pobladores.

El ganador en cada estado se lleva todos los electores de ese territorio, excepto en Maine y Nebraska, que tienen una representación proporcional.

Por ello, aunque el demócrata Al Gore obtuvo más votos que Bush en todo el país en el 2000, al final perdió las elecciones porque tuvo solo 267 delegados frente a los 271 que Bush logró al sumar los 27 grandes electores de Florida, estado en el que el actual presidente ganó por apenas 537 votos, en una decisión discutida en la que una resolución de la Corte Suprema negó el recuento de votos.