“Hasta la noche acompaña”, dijo Roberto Caicedo, de 45 años, cuando junto a su esposa, Gloria Bolaños (37), llegó el pasado miércoles al Renovado Mercado Sur, en el Malecón 2000, y no sintió frío. Solo una suave brisa refrescó a los cientos de espectadores que, al igual que ellos, acudieron para ver a través de una pantalla gigante al tenor José Carreras.

Las numerosas sillas que se ubicaron en el sitio resultaron escasas ante la masiva afluencia de público. Algunos optaron por sentarse en el piso, en los bordes de las barandas del Malecón o de la pileta que está al pie de la Urna Sur del Palacio de Cristal. “No importa la incomodidad”, señaló Pía María Morla (64 años), quien aplaudió la decisión de ubicar una pantalla para ver el recital al aire libre y gratis. Morla acudió con sus hijos, Antonio y Sofía Nieto.  Ismael Guerrero, de 16 años, también asistió en familia. Fue con  sus padres, abuelo y hermana, según dijo. 

Aunque hubo gente que llegaba y salía del área de las Urnas, la actuación de Carreras cautivó tanto a los presentes, que al final de cada intervención del tenor aplaudieron con emoción. “Ahora quisiera ver a Carreras cantar con Plácido Domingo y Pavarotti”, anotó Miguel Donoso, de 80 años, que pese a estar en silla de ruedas no quiso perderse el recital.

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En la explanada del Marisco (Malecón del Salado) otras tres pantallas gigantes emitieron el concierto. La asistencia de público fue igualmente masiva, aunque itinerante. Solo quienes lograron situarse en las sillas plásticas allí colocadas estuvieron quietos, el resto deambuló entre la explanada y el patio de comidas.