El 4 de octubre tomé el vuelo desde Oahu, Hawai a Houston, Texas (EE.UU.), y desde allí a Quito, pero dicho vuelo no pudo arribar a su destino y fue desviado a Guayaquil, asumiendo la compañía aérea los gastos por costo de hospedaje de los pasajeros.

Nos enviaron a todos, la noche del día 5, a un hotel donde nos cobraron hasta el agua que consumimos. El día 6 me desperté a las 06h30, empaqué mis cosas y salimos a tomar una camioneta, la cual no era apropiada para uso de pasajeros de una aerolínea de primera, para trasladarnos al aeropuerto Simón Bolívar de Guayaquil.

Allá llegamos a las 07h00 y cuando iba a pagar el valor de una botella de agua, me acordé que mi billetera se me había quedado en el hotel donde me hospedé. Llamé inmediatamente a la recepción del hotel y solicité que revisaran la habitación Nº 205; me contestó la recepcionista que en dicha habitación no había nada.

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Cuando les dije a los empleados de la aerolínea lo que me había ocurrido, me pidieron que tomara el vuelo o si no lo perdería, y que ellos se “encargarían de todo”, de irme, habría sido una irresponsabilidad debido a la importancia de mis documentos.

La aerolínea me dio dos dólares para el taxi. Esa fue toda la ayuda. En el hotel me dijeron que no se encontró nada, que ya habían limpiado el cuarto (lo que no era cierto) y que allí nunca se pierde nada, lo que tampoco es verdad, pues escuché que dos años atrás le robaron todo en ese hotel a unas jóvenes que fueron a un seminario a Guayaquil. Hago responsable a la aerolínea por su elección de un hotel dudoso, por el maltrato que he recibido, y le exijo que me reconozca el valor de lo perdido, más el daño moral que sufrí.

María José Yánez de Duffy
Quito