Los resultados electorales en el Ecuador eran los previstos en las plazas mayores con unas pocas sorpresas como las prefecturas de Esmeraldas y Manabí o la alcaldía de Machala, y en el conteo nacional nadie esperaba –creo que, en el fondo, ni el mismo Presidente pese a su reiterada confianza en las llamadas encuestas de carne y hueso– que su novel partido tuviera un nutrido respaldo porque precisamente su líder carece de él.

En cuanto a las elecciones acá en Estados Unidos, cuando faltan solo doce días para que se realicen, la intención de voto, según las más conocidas empresas encuestadoras, está empatada entre los dos principales candidatos, el demócrata Kerry y el republicano Bush (pues el otro, el chimbador Nader apenas representa el 1% del electorado), lo cual no es de sorprender en un país tan conservador pero al mismo tiempo –paradójicamente– tan liberal ante determinado tipo de conductas.

Para la mayoría de latinoamericanos (menos para los cubano-americanos) no existe un empate sino una evidente inclinación a la candidatura de Kerry porque comparten las posturas de tolerancia y diversidad que se identifican con los demócratas, y que las aprecia mejor nuestro subcontinente luego de haber sufrido intermitentemente y por varios periodos el flagelo de las dictaduras que son, precisamente, la antítesis de diversidad y tolerancia.

Bush, desde esa óptica iberoamericana, se ha preocupado muy poco de nuestros países que han sido un tema olvidado o casi inexistente en su administración, y desde nuestra lejana perspectiva, apreciamos con más imparcialidad que Bush le mintió al pueblo estadounidense sobre sus razones para invadir a Iraq –de lo cual a la fecha ya no cabe ninguna duda– y que su presidencia tiene un desorden significativo en el manejo de la economía con un gasto público exagerado y un gran déficit fiscal, además de que, contra la tradición republicana, ha tenido una política proteccionista de la agricultura que afecta a los países que, como los nuestros, dependen en gran porcentaje de lo que da la tierra.

Tendremos que esperar hasta el 2 de noviembre para saber lo que pasará en Estados Unidos, lo cual es muy importante por ser la primera potencia mundial, la estrella del desarrollo unipolar que ejerce su influencia política y económica en todos los débiles estados latinoamericanos. Ojalá que esa elección no esté manipulada por acuciosos funcionarios floridanos ni tenga que ser decidida –como la anterior– por una corte suprema que hace cuatro años no actuó acertadamente.

Pero regresando a nuestro Ecuador, ¿podrá seguir gobernando Lucio Gutiérrez con un partido que apenas tiene el 5% de los votantes y con escuálido apoyo en el Congreso Nacional, lo que significa una mayoritaria y radical oposición que posiblemente no le dará tregua? Tendrá que sacarse conejos de la manga para terminar sin apuros su mandato o hacer una reforma integral a su equipo de gobierno y a su forma de gobernar, no con parchecitos sino con cambios profundos y verdaderos, dejando de lado la frase fácil que se desmiente mañana.