La suspensión de las actividades de CARE y de otras Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en Iraq dejó abandonados a numerosos iraquíes, primeras víctimas de la violencia, que lamentan no haber recibido la ayuda humanitaria necesaria.
CARE anunció la suspensión de sus operaciones en Iraq tras el secuestro el martes de la responsable en el país, Margaret Hassan, que tiene la triple nacionalidad irlandesa, británica e iraquí.
Los trabajadores humanitarios se han convertido en “blancos fáciles” para los secuestradores en Iraq, consideró el ex coordinador de la acción de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en Iraq, Jean-Dominique Bunel.
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Para este experto, el secuestro de Hassan registró el mismo modo de operar que el de las dos cooperantes italianas, Simona Pari y Simona Torretta, raptadas en las oficinas de la ONG para la que trabajaban, a principios de septiembre y liberadas solo tras el pago de un rescate.
Per Andersson, responsable de la delegación iraquí de la Cruz Roja, indicó que su organización retiró al personal no iraquí de ese país porque “los secuestros se están convirtiendo en negocio” fácil.
Ayer el primer ministro iraquí, Iyad Alawi, condenó el secuestro y criticó a la televisión Al Jazeera por su cobertura de ese hecho, llamándola “agencia de publicidad para esos terroristas”, informó el gobierno iraquí.
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A otros dos rehenes, dos ingenieros egipcios, se los liberó ayer tras casi un mes de secuestro.
Mientras tanto, tropas de EE.UU. y el Ejército iraquí bombardearon ayer de nuevo Faluja, donde habitantes afirmaron que murieron una familia de seis personas y en Samarra ocho personas, entre ellas cuatro niños, al estallar un coche bomba al paso de un convoy norteamericano.