El viernes pasado, a eso de las 07h15, recibí una dramática llamada telefónica de un amigo: “tú, que eres crítico de TV –me dijo–, explícame qué hace el Plan Colombia en mi dormitorio tan temprano”. Se refería a la entrevista de Jorge Ortiz al presidente Álvaro Uribe, que Teleamazonas transmitía desde el Palacio de Nariño en ese mismo momento y a la que él y yo asistíamos desde la comodidad de nuestros respectivos lechos.

Que el presidente de un país vecino nos saque de la cama para contarnos lo mucho que está haciendo para evitar que sus terroristas vengan a secuestrarnos, es una escena digna de la más refinada fantaciencia. “Lo que le sirve al pueblo ecuatoriano es que Colombia derrote al narcotráfico”, dijo Uribe, un especialista en el arte de hilar frases de impacto mediático, frases diseñadas para ser titulares por sí mismas, frases de campaña, en fin, tan televisivas como esta otra, de autor conocidísimo: “sin Saddam, el mundo está más seguro”.

Impecable estrategia de comunicación: justo antes de su reunión con Lucio Gutiérrez en Esmeraldas, el presidente colombiano decidió tomar la iniciativa en los medios ecuatorianos, algo que Gutiérrez no ha hecho nunca en relación con los temas de frontera (al contrario: su política de comunicación al respecto es más bien confusa y contradictoria).

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Mirando directamente a la cámara, Uribe compuso el gesto más dramático de su repertorio y, con ensayado patetismo, arengó a los ecuatorianos que yacíamos en pijama frente a la pantalla: “no dejen entrar al terrorismo en el Ecuador... Después no se lo sacarán de encima”. Como mensaje mediático, fue mucho más efectivo e impactante que todo lo que nos ha dicho Gutiérrez sobre el mismo tema en los últimos dos años. Si a Uribe le resulta tan fácil aventajar a Gutiérrez en el plano mediático, no quiero imaginar (ni me corresponde hacerlo en este espacio) lo que ocurrirá en el diplomático.