Irlanda conmemoró ayer el  aniversario 150 del nacimiento de uno de sus escritores más internacionales, controvertidos y celebrados de la historia: Oscar Wilde (Dublín, 1854-1900).

Grupos y sociedades culturales desarrollaron varios, aunque modestos, eventos literarios y exhibiciones, quizás intentando ser consecuentes con una de las frases más conocidas del escritor: “En este mundo solo hay dos tragedias, una es no conseguir lo que uno quiere y la otra es conseguirlo”.

Hijo de una acomodada familia de Dublín, Wilde creció en un ambiente permisivo y bohemio para la época. Su madre, que regentaba un salón literario, lo vestía con ropas extravagantes o de niña y mimaba su ya larga cabellera, características estéticas que cultivó el artista hasta la madurez.
 
Estudió en el Trinity College de Dublín y en la Magdalene University de Oxford, en Inglaterra, donde perfeccionó tanto su fino e irónico sentido del humor como su excéntrico atuendo.

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Según confesaría él mismo en otra de sus célebres frases, uno de los momentos culminantes de su vida fue cuando su padre lo envió a Oxford y el otro fue “cuando la sociedad me envió a prisión”. También solía decir que la vida imita al arte, y no al revés.

Después de alcanzar reconocimiento mundial allá por los primeros años de 1880, Wilde empañó su carrera en 1895 al ser condenado a dos años de cárcel por un delito de sodomía. Tras los barrotes de la prisión, escribió De Profundis (1895).