Después de una  candidatura al Oscar,  la mexicana  parece haber vuelto a una etapa más frívola.

La brisa que corre en las Bahamas le ha soltado la lengua a Salma Hayek, dispuesta a hablar de todo, incluidas las vacaciones que ha disfrutado mientras rodaba aquí su última película, After the sunset.

“Siendo honestos –confiesa– me he pasado tres meses en la playa, con mis perros, haciendo submarinismo –que es mi pasión y encima me pagan por ello– y de propina tengo que besar a Pierce Brosnan. La cosa no está nada mal”.

Publicidad

La belleza mexicana está parlanchina, bella y coqueta, tomándose con humor una película que quizá no sea la pasión de su vida, como lo fue Frida, pero que le ha hecho descubrir el paraíso.

“Y encima es una buena película”, dice de un filme en el que interpreta a Lola, una ladrona de joyas que junto a su compañero de cama y robos (Brosnan) busca la jubilación en el paraíso, al menos hasta que la tentación aparece en la forma de un nuevo diamante.

Después de una carrera que incluye la seriedad de una candidatura al Oscar gracias a Frida, película para la que se empeñó hasta las cejas, y su primer intento como directora en El milagro de Maldonado, After the sunset parece la vuelta a una Hayek más frívola, en bikini y utilizando su cuerpo como señuelo.

Publicidad

“No es que mis papeles sean más sexy. La sexy soy yo”, aclara coqueta sin tomarse a mal los comentarios sobre su cuerpo, menudo pero con todo el fuego que pueden marcar esas curvas.

Al contrario, Hayek sigue en el juego y si se le pregunta si alguna vez se ha sentido incómoda rodando esas escenas con tan poca ropa su respuesta no da lugar a dudas: “Más incómoda me sentiría en la playa con un abrigo de pieles”.

Publicidad

“Lo peor son las escenas donde tienes un diálogo absurdo. Eso sí que es incómodo de rodar”, afirma. ¿Y si tiene que rodar un mal diálogo en bikini? “Entonces lo del diálogo no es tan malo porque te distrae de las preocupaciones que todos tenemos sobre nuestro cuerpo”, añade.

Fumadora

Hayek, de 36 años, tiene tanta facilidad para sonreír como para encender un nuevo cigarrillo, fumadora empedernida dentro de una industria como Hollywood, que cada vez lleva peor lo del tabaco. Pero como reconoce la intérprete mexicana que debutó en Estados Unidos con Desperado, en Hollywood nunca han sabido qué pensar de ella.

“Los tengo confusos y desde Frida, mucho más”, agrega divertida. Una confusión que piensa aumentar ahora que se ha embarcado en la adaptación para la televisión estadounidense de su telenovela preferida, Betty la fea.

Un trabajo que realizará mediante su compañía de producción, pero donde no actuará “para evitar los estereotipos”, bromea como si se la pudiera llamar fea.

Publicidad

Además, está el rodaje de su nueva película, Bandidas, que también suena como otras vacaciones, esta vez en el corazón de México, en medio del desierto, lejos de los “paparazzi” y junto a su amiga del alma, Penélope Cruz.

“Es una comedia del oeste en la que nos pasamos el día peleando en la película, porque en la vida real el reto es llegar al final de la jornada, de lo mucho que nos estamos riendo”, reconoce. “No sé cómo quedará el filme, pero es bueno para nuestra amistad”, añade.

Dentro de su locuacidad, Hayek prefiere guardarse para sí un par de temas, al menos en cuestión de amores. “Digamos que lo único que he robado en mi vida son un par de corazones”, sugiere adoptando la pose cleptómana de su personaje, pero sin precisar si se refiere a los dos últimos amores de su vida, el de Edward Norton y el que acaba de concluir junto a Josh Lucas.

Hayek tampoco quiere dar a conocer el lugar en el que se ha comprado una granja, esa que llama su paraíso y que comparte con sus pollos, sus caballos y sus cinco perros.

¿Un paraíso a prueba de hombres? “Tampoco estaría nada mal tener a alguien a mi lado pero parece que en mi vida lo único que aumenta es el número de cachorritos”, resume de ese lugar llamado hogar que finalmente ha encontrado en las montañas del estado de Washington (EE.UU.).