¡Qué pena que ya se acabó la campaña, que estaba poniéndose más linda conforme avanzaba! No les puedo comentar los pormenores, porque ahora es día de votaciones y no hay cómo hacer política. Me vayan a meter preso. O me vayan a incendiar conmigo adentro, como dijo un candidato que iba a pasar con la Corte.

¡Ay no, qué bruto!, no creo que es candidato ese que anunció la quema, aunque sí parece. Porque, ¡cómo se ha pasiado por todo el país! ¡Cómo ha repartido a manos llenas carreteras, puentes, discursos, calendarios! ¡Cómo ha volado en sus helicópteros particulares! ¡Cómo ha andado en sus jepeses!, que son cuatro por cuatro porque atrás de él van otros cuatro con sus guardaespaldas y adelante otros cuatro. O sea dieciséis, según mis cálculos.

Él creo que es el que más plata ha invertido en la campaña. Lo único que no sé es para qué mismo se ha postulado. Para un bus, creo, porque dice que tiene corazón de chofer. Y sí ha de ser, porque, ¡cómo choca a cada rato! Y nunca para en las paradas, tampoco, sino donde le da la gana. Contamina con humo y pasa en curva a los otros candidatos y, encima, dándoles yuca porque por algo va con escolta.

Lo que creo es que después de estas elecciones, el partido de ese candidato en vez de partido ha de terminar siendo cooperativa.
De transporte, claro. Digo, para conducir a su familia a los mejores puestos. Que se sientan cómodos yéndose a las embajadas y a los ministerios en pullman ejecutivos, de esos solo sentados.

Bueno, ahora sí hablemos nomás de política, aunque no haya cómo. Total, después hemos de decir, igualito que los candidatos, que nos sobrepasamos en el gasto y, hasta que nos cobren la multa, ya ni se han de acordar que infringimos la ley.

Verán: yo lo único que he podido sacar en claro de esta campaña es que sí hemos madurado y hemos hecho que los políticos ya no solo se queden en ofrecimientos, sino que pasen a las obras.
¿No ven el Lucio? ¡Cuántas obras! Y, los que no son como él y no tienen obras, se han portado a la altura y han entregado camisetas, aunque sea. ¡Qué buenos que son! Todo el mundo va a tener su camiseta después de esta campaña.

Y no solo eso, sino que hasta que los que no son candidatos, como el González ese que hay en Bienestar Social, se ha rajado entregando fundas con fideos, caramelos y carritos. Pero el mejor regalo es esa tarjeta inteligente que ha mandado a hacer, con la cara de Lucio, que es lo más inteligente que encontró.
Ojalá funcione y la máquina, cuando alguien inserte la tarjeta, no la rechace por la falta de inteligencia. No pues de la máquina, sino de la cara.

¡Qué pena! ¡De gana se acabó la campaña!