El ritmo que propagan, la sensualidad del baile, el aspecto físico de los bailarines, la forma de vestir, incluso de hablar son solo algunos de los factores que pueden influir en la aceptación que un artista o agrupación musical tenga entre los niños y jóvenes.

Esa apreciación la hace el sociólogo Román Caballero, quien estima que la promoción de un canal de televisión –o cualquier otro medio de comunicación– funciona como un detonante para que un producto pegue y se posicione.

“El verlos con tanta frecuencia hace que los chicos conviertan a estos personajes en modelos a seguir. No solo tratarán de imitar el baile, sino también ganar la  esbeltez de las chicas o la musculatura de los chicos. Ellos se muestran libres, felices, descomplicados, con éxito. Ese es el sueño que muchos quisieran hacer realidad y lo tienen delante de sus ojos todos los días”.

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Lo perjudicial, dice, es vivir en ese mundo de fantasía que proponen aquellos espacios televisivos donde, sin considerar las buenas costumbres, se pondera la diversión sin límites y se presenta como modelos a seguir a jóvenes semidesnudas y a chicos especializados en movimientos que van más allá de la sensualidad”, precisa Caballero.