En el mundo de Bush, nuestros líderes son infalibles y sus políticas, siempre exitosas. Si los hechos no cuadran con ese supuesto, simplemente los niegan.

Usé por primera vez la palabra ‘orwelliano’ para describir al equipo Bush en octubre de 2000. Incluso en ese entonces era obvio que George W. Bush se rodea de personas que insisten en que arriba es abajo y la ignorancia, fortaleza. Sin embargo, apenas ahora se está aclarando el costo real de su negación de la realidad.

El presidente Bush y el vicepresidente Dick Cheney tienen una capacidad sin paralelo para aislarse de los hechos inconvenientes. Dirigen un partido que controla las tres ramas del gobierno, y se enfrentan a unos medios de comunicación que en algunos casos son sus abiertos partidarios y en otros, renuentes a plantear con claridad que los funcionarios de gobierno no están diciendo la verdad. Incluso disfrutan los residuos de la fe que se depositó en ellos después del 11 de septiembre.

Esto ha permitido que se involucren en lo que Orwell llamó “control de la realidad”. En el mundo de Bush, nuestros líderes son infalibles y sus políticas, siempre exitosas. Si los hechos no cuadran con ese supuesto, simplemente los niegan.

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Como estrategia política, el control de la realidad ha funcionado muy bien, pero como estrategia para gobernar, ha conducido a un desastre previsible.

En los últimos días hemos visto demostraciones impresionantes de cómo funciona este control de la realidad. Durante el debate de los candidatos a vicepresidente, Cheney insistió en que “yo no he sugerido que exista una conexión entre Iraq y el 11 de septiembre”.
Después de que se dio a conocer el informe Duelfer, que muestra que se estaban deteriorando las capacidades del armamento de Saddam y no que estaban mejorando al momento de la invasión, Cheney declaró que el informe demostró que “el retraso, la postergación, la espera no eran opciones”.

Desde un punto de vista político, tales ejercicios de negación han sido muy exitosos. Por ejemplo, el gobierno de Bush se las ha arreglado para convencer a muchas personas de que sus recortes tributarios, que van principalmente al reducido porcentaje de la población más rica, son medidas populistas que benefician a las familias de clase media y a la pequeña empresa.

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El gobierno también se las ha arreglado para convencer a por lo menos algunas personas de que su récord económico, que incluye el peor desempeño en cuanto a empleo en 70 años, es un gran éxito, y que la economía es “fuerte y se está haciendo más fuerte”. (Los datos que se darán a conocer, y que se espera que contengan cifras un poco mejores, no cambiarán el panorama básico de cuatro años funestos).

Incluso algunos funcionarios se las han arreglado para convencer a muchas personas de que están avanzando en política ambiental. Hacen alarde de su plan Cielos Despejados, aun cuando el inspector general del EPA (Organismo de Protección al Ambiente, por sus siglas en inglés) declara que prácticamente ya no se hacen cumplir los reglamentos existentes sobre la calidad del aire.

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Sin embargo, la capacidad política del gobierno de Bush para negar la realidad –vivir en un mundo inventado en el que todo es de la forma en la que los funcionarios quieren que sea– ha conducido a un desastre en curso en Iraq y otro que se avecina en otras partes.

¿Cómo fue que la ocupación de Iraq salió tan mal? El aislamiento de la realidad de los funcionarios es central en esta historia. Ellos quisieron creer en las promesas de que seríamos recibidos con flores; nadie podía decirles lo contrario. Quisieron creer –meses después de que todo mundo fuera del gobierno se dio cuenta de que nos enfrentábamos a una insurgencia enorme y peligrosa, y necesitábamos más tropas– que los atacantes eran un puñado de terroristas extranjeros irreductibles; nadie podía decirles lo contrario.

¿Por qué la economía se desempeñó tan mal? Mucho después de que fuera obvio para todo mundo que la estrategia de la reducción tributaria no era una forma efectiva de generar empleos, funcionarios gubernamentales seguían prometiendo grandes cantidades de nuevos trabajos. Nadie podía decirles lo contrario.

¿Por qué la persecución de los terroristas no ha tenido ningún éxito? Ha sido obvio durante años que John Ashcroft no solo está aterrado, sino que también es aterradoramente incompetente. Sin embargo, dentro del gobierno, es considerado como el hombre idóneo para el trabajo, y nadie puede decir lo contrario.

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El punto es que en el mundo real, en contraposición con el mundo político, la ignorancia no es fortaleza. Un líder que tiene el poder político para aparentar que es infalible, y utiliza ese poder para no admitir alguna vez que cometió errores, finalmente los comete tan grandes que ya no es posible cubrirlos. Y eso es lo que le está sucediendo a Bush.