El Ejército ya ordenó a los soldados que sirvan por más tiempo del que ellos habían accedido, y ha vuelto a llamar a reservistas que ni siquiera han estado entrenando con unidades de la reserva.

El presidente Bush y el senador John Kerry coinciden en cuando menos un tema de seguridad nacional: la nación no necesita un servicio militar obligatorio para llenar las filas de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, el país sí necesita una discusión más honesta por parte de los candidatos sobre cómo se puede cumplir con los distantes compromisos de la nación en Iraq, Afganistán, Corea, y los Balcanes sin recurrir a la conscripción.

El sistema actual no está funcionando. Depende de manera excesiva de reservistas y fuerzas de la Guardia Nacional que cumplen con largos servicios en el deber en el extranjero.

Un resultado predecible es que la Guardia no ha logrado cumplir este año con sus objetivos de reclutamiento. En el frente nacional, muchos de estos soldados sirven como los primeros que responden, dejando a unidades locales de bomberos, policía y de emergencias médicas con personal insuficiente.

El Ejército, servicio que tiene la mayor presión, ya ordenó a los soldados que sirvan por más tiempo del que ellos habían accedido, y ha vuelto a llamar a reservistas que ni siquiera han estado entrenando con unidades de la reserva.

Una de las más peligrosas medidas de último recurso ha consistido en transferir a efectivos militares de Surcorea hacia otras zonas de guerra, enviándole un mensaje a Norcorea que tiene probabilidades de ser malentendido como un compromiso menor hacia la seguridad de Surcorea.

Todo lo anterior ha alimentado rumores en el sentido de que un resurgimiento del servicio militar estaría en el futuro cercano. Bush se esforzó por negar eso durante el segundo debate, y dirigentes republicanos de la Cámara baja extendieron las normas para someter a votación una iniciativa sobre el servicio militar obligatorio.

La iniciativa de ley fue rechazada de manera abrumadora, como debería ser. En estos momentos, no es necesario o aconsejable un borrador.

Kerry, quien también se opone al servicio militar, cuando menos ha reconocido que el Ejército estadounidense en servicio activo necesita más tropas. Él se ha pronunciado por la adición de 40.000 soldados, lo cual equivale aproximadamente a un aumento del 10%.

Eso se podría hacer sobre una base voluntaria, de varias formas. Los reclutadores podrían reducir sus normas para el alistamiento, como se hizo durante el decenio de los 90, cuando la economía en auge volvió menos atractivo el servicio militar. O el Congreso de Estados Unidos podría aumentar la paga y las prestaciones. Finalmente, tanto la Naval como la Fuerza Aérea de Estados Unidos tienen más personal del que necesitan, y ya existe un programa enfocado a transferir una parte de él al Ejército.

Estados Unidos podría sobrevivir con los niveles de fuerzas que tiene actualmente si no entrase en guerras como la de Iraq sin más aliados dispuestos a contribuir con números sustanciales de tropas. Por el momento, sin embargo, debería cumplir con sus compromisos de una forma que no amenace la seguridad de Corea del Sur o socave el respaldo popular por la Guardia Nacional, los reservistas y el Ejército voluntario.

Eso requiere acrecentar al Ejército. Entre ahora y el 2 de noviembre, Bush y Kerry deberían explicarle a la opinión pública exactamente cuáles medidas favorecerían ellos para lograr eso.

La mejor forma de acabar definitivamente con los rumores sobre el servicio militar consiste en hablar francamente con respecto a otras alternativas.

© The New York Times News Service.