Al menos 35 personas, entre ellas dos atacantes suicidas, murieron ayer en un nuevo brote de violencia antes del Ramadán en Iraq, mientras el primer ministro Iyad Alawi dio un ultimátum a la ciudad rebelde de Faluja para que entregue al líder rebelde vinculado a Al Qaeda, Abu Musab Al Zarqawi o exponerse a una amplia ofensiva.

Dos suicidas se hicieron estallar ayer matando a diez personas, entre ellas cuatro estadounidenses y seis iraquíes, en uno de los ataques más sangrientos dentro de la Zona Verde en Bagdad, área que se supone es el sitio más seguro en Iraq, pues alberga las embajadas de EE.UU. y Gran Bretaña y al gobierno interino iraquí.

Además, ataques dejaron 15 soldados de la Guardia Nacional iraquí muertos cerca de la frontera siria, dos oficiales del ejército iraquí en Baaquba; un juez y una periodista kurda, en Bagdad; tres iraquíes en Faluja, por bombardeos de EE.UU. y un soldado estadounidense en un ataque en la capital iraquí.