Unos 1.200 millones de musulmanes inician mañana en todo el mundo el Ramadán, un mes de ayuno y devoción que una vez más se ve ensombrecido por el terrorismo y la violencia que padecen varios países islámicos.
 
Durante los treinta próximos días todos los musulmanes, excepto las mujeres embarazadas, los enfermos y viajeros, deberán abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales desde el alba hasta la puesta del sol.
 
El periodo se iniciará después de que las autoridades religiosas de Arabia Saudí, cuna del Islam y sede de los principales santuarios musulmanes, anunciaron anoche que el mes santo comienza el viernes, tras lograr vislumbrar el "hilal"  -el cuarto creciente lunar- que marca el comienzo del ayuno.
 
Tras el anuncio, el resto de países islámicos seguirán la directiva saudí, excepto Libia, cuyos lideres religiosos se adelantaron un día -como habitualmente lo hacen- y declararon ayer el inicio del mes sagrado.
 
El comienzo del Ramadán suele estar acompañado de exhortaciones a la unidad de los musulmanes y el rechazo a la violencia y el terrorismo, algo en lo que anoche hizo especial hincapié Ali Yoma, mufti de Egipto.
 
"El Islam es inocente", proclamó esa autoridad religiosa, en alusión a la imagen de fe agresiva que sobre el credo islámico han proyectado los atentados y la violencia de los radicales musulmanes.
 
En ese sentido, no son pocos los musulmanes que creen que la coincidencia de Ramadán a principios de noviembre con la Batalla de Bader -la primera guerra santa islámica que tuvo lugar en el año 623 después de Cristo-, incite de nuevo a los extremistas a incrementar sus ataques.
 
Esa circunstancia ya se registró el pasado Ramadán, cuando Arabia Saudí fue sorprendida en pleno mes de ayuno por un atentado contra un complejo residencial de extranjeros Riad, que dejo 17 muertos y decenas de heridos.
 
Las autoridades wahabíes, que desde entonces tratan de contener una sangrienta ola terrorista, han intensificado este año las medidas de seguridad en torno a los santuarios, aunque advirtieron a los extranjeros que respeten públicamente el ayuno, bajo la amenaza de la expulsión.
 
En el vecino Iraq, la población teme que el derramamiento de sangre continúe durante el mes santo después de que el primer ministro, Iyad Alaui, amenazara ayer con atacar militarmente Faluya, al oeste de Bagdad, si el terrorista jordano Abu Musab al Zarqaui no era entregado a las autoridades.
 
Los habitantes de Faluya niegan, no obstante, que en esa localidad se refugie Zarqaui, presunto jefe de Al Qaida y acusado de ser el cerebro gris de una larga serie de atentados suicidas y del secuestro y asesinato de varios rehenes extranjeros.
 
En el primer día del Ramadán del año pasado en Irak, la explosión de coches bomba contra la sede de la Cruz Roja y tres comisarias policiales de Bagdadí dejaron alrededor de 40 personas muertas y centenares heridas.
 
En Afganistán, el general norteamericano David Barno, que está al frente de las tropas norteamericanas en Kabul, advirtió también esta semana del probable "aumento" de la violencia durante el mes sagrado, por parte del movimiento ultraintegrista Talibán y los seguidores de Al Qaeda.
 
Según la creencia islámica, fue en una noche de Ramadan cuando Alah -Dios- reveló el Corán, el libro sagrado del Islam, al profeta Mahoma, a través del arcángel Gabriel.
 
Desde entonces, rezar cinco veces al día, la profesión de fe, dar limosna, peregrinar al menos una vez a La Meca y ayunar en este mes santo pasaron a convertirse en los cinco preceptos que deben cumplir los musulmanes, que componen la comunidad que más ha crecido en los últimos tiempos en el mundo.