La fuerza de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Haití necesita urgente refuerzos ante una ola de violencia en la que han muerto unas 50 personas en el país caribeño, dijo el jueves el ministro brasileño de Relaciones Exteriores.
 
Brasil lidera una fuerza de la ONU que totaliza unos 2.600 soldados. Es una fracción de los 6.700 efectivos y 1.600 policías autorizados por la misión, con el fin de estabilizar a Haití después de que una revuelta en febrero dejara 200 muertos y forzara el exilio del presidente Jean-Bertrand Aristide.
 
"En la medida que no tengamos el despliegue (de tropas), en la medida que no tengamos el incremento de las fuerzas, va a ser muy difícil", dijo a los periodistas el canciller brasileño, Celso Amorim.
 
"Tenemos fe en que las tropas allí, con el respaldo de aquellos que deberían llegar pronto, permitirán que se controle la situación", añadió.
 
La fuerza de la ONU liderada por Brasil asumió las tareas de paz en Haití en junio, cuando se le transfirió esa responsabilidad que hasta entonces estaba en manos de una fuerza multinacional aprobada por Naciones Unidas y liderada por marines estadounidenses.
 
Amorim dijo que unos 600 efectivos adicionales de la ONU estaban en camino hacia Haití, pero que a la fuerza aún "le faltaba mucho".
 
Desde septiembre, la capital haitiana, Puerto Príncipe, ha sido asolada por la violencia entre los ex soldados que contribuyeron a derrocar a Aristide, y partidarios del líder exiliado que huyó el 29 de febrero ante presiones estadounidenses y francesas para que dejara el poder.
 
Bandas pro-Aristide aún controlan muchos de los suburbios empobrecidos de Puerto Príncipe, mientras que ex soldados que se oponían al mandatario derrocado manejan varios pueblos. Los opositores de Aristide exigen que se restablezca el ejército, y que les paguen sueldos atrasados.
 
Los partidarios de Aristide exigen que se lo reinstaure, que se desarme a los rebeldes y que concluya la "invasión" de tropas de Brasil y otras naciones.
 
Aristide, acusado por sus opositores de despotismo pero considerado por muchos de los pobres haitianos como su paladín, sostiene que Estados Unidos lo secuestró en un momento y que él sigue siendo el líder electo de Haití. Estados Unidos niega esas acusaciones.