Es eso lo que el país ha esperado durante más de dos años, y no exabruptos como el de advertir ahora que alguien podría quemar los edificios de los tribunales de Justicia con los jueces dentro.

Al parecer el Primer Mandatario no ha comprendido que la despolitización de la Justicia será un paso necesario para recuperar nuestras instituciones y nuestra legalidad, y no para acabar de pisotearlas.

Amenazas como las que el Presidente ha esgrimido se contradicen con la mesura que debería caracterizar a quien tiene en sus manos la conducción del país, y se evidencian como una forma poco apropiada de desviar la atención de aquello que verdaderamente importa.

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Si el Jefe de Estado en estos dos años ha coincidido en más de una ocasión con algunos de los dirigentes partidistas que manipulan la justicia en el Ecuador, eso no lo podrá borrar con frases apocalípticas que amenazan la estabilidad política de la Nación.

En épocas electorales, es casi inevitable que los ánimos se exalten y las palabras vayan más allá de lo que se pensó decir; pero eso no justifica que se apueste al desgobierno para sacar provecho momentáneo.