Cumpleaños del ayer
Una costumbre guayaquileña entre familias de estrato social popular, era anunciar el cumpleaños de algún miembro de la familia, regalando a sus vecinos las tradicionales preparaciones: chicha de jora o de arroz, también llamada ‘resbaladera’.

Portador del sabroso refresco era uno de los muchachos de la casa. A las pocas horas de recibida la ‘chicha de la santa’,  quien había enviado el presente líquido ya tenía en sus manos el regalo acompañado de una bella postal en la que destacaba el sugerente mensaje por la felicidad del festejado.

Cuando el anhelo del celebrante era extenderse un poco más de lo acostumbrado en su regocijo, junto a sus parientes y amigos solía celebrar la víspera, el propio día, la recorcova y el pelarrabo. Los dos últimos se dedicaban a quienes no alcanzaron a participar de los festejos anteriores.

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Si el ‘cumpleañero’ o la ‘cumpleañera’  no tenía dinero suficiente para ofrecer una fiesta buena o regular que durara esos cuatro días, se limitaba a repetir aquella vieja frase: “Como no tengo plata, haré aunque sea un baile de ‘arroz quebrado’, pero eso sí, para moverse con buenas canciones”.

Recuerdos de Martín Torres Rodríguez, educador y escritor guayaquileño.