Un alumno de 11 años disparó este viernes con  una pistola de su tío policía en una escuela argentina, pero nadie resultó  herido, a 10 días de la masacre de tres muertos y cinco heridos que provocó un  adolescente de 15 años dentro de un aula, informaron autoridades educativas. 
 
El niño, cuya identidad está bajo reserva judicial, entró al aula de su  escuela de nivel primario en la ciudad de Cachi, en la provincia de Salta, a  1.900 Km al norte de Buenos Aires, y efectuó dos disparos, uno de ellos  impactado en el techo y otro en un pupitre. 
 
La madre, una maestra del establecimiento, pudo controlarlo y lo acompañó  hasta ser hospitalizado con una crisis de nervios. El menor fue llevado luego a  una Comisaría del Menor, bajo custodia de la jueza Silvia Bustos Rallé. 
 
Un adolescente de nombre Rafael, hijo de un policía naval, había producido  el 28 de septiembre pasado una matanza dentro de una escuela secundaria de  Carmen de Patagones, al sur de Buenos Aires, luego de disparar a quemarropa  contra sus compañeros con el arma de su padre, una pistola Browning 9  milímetros. 
 
Una pistola de igual calibre y características fue la que usó este viernes  el niño de Salta, del sexto grado de la escuela Victorino de la Plaza, donde  volvieron a vivirse escenas de pánico y conmoción en Cachi, una turística zona  de los Valles Calchaquíes. 
 
"Cuando escuché el ruido, salí y encontré a la maestra arrodillada en el  piso abrazando a su hijo, y a un costado estaba la pistola. Menos mal que nadie  salió herido, pero los tiros fueron a dar en un pupitre y en el techo", dijo la  directora, Raquel de Aramayo. 
 
La docente aseguró que la madre del chico fue la encargada de frenarlo al  señalar que "ella lo contuvo, lo agarró, lo sujetó. Nadie lo podría creer  porque el chico es totalmente normal". 
 
El jefe de Policía, Miguel Osvaldo Nieva, solicitó que el suboficial a  cargo del arma usada por el niño "sea indagado para precisar en qué  circunstancia el chico le quitó el arma reglamentaria". 
 
Hechos de violencia como amenazas e ingresos a escuelas con armas se vienen  registrando en forma habitual, en medio de una ola de violencia delictiva y  secuestros, que involucra a sectores de las fuerzas de seguridad, acusadas por  el Gobierno de amparar o ser parte de organizaciones mafiosas.