Todos los noticiarios han entendido la importancia de identificar sus opiniones, comentarios o editoriales con una advertencia escrita en la pantalla. Es un avance.
Así, cuando escuchamos, por ejemplo, que a los delincuentes habría que “asarlos a fuego  lento”, queda claro que se trata de un criterio personal de Rodolfo Baquerizo, un criterio que TC, si bien auspicia, no necesariamente comparte.

Lo que no han conseguido los noticiarios (y no existe constancia de que lo hayan intentado) es editar los comentarios y opiniones que deslizan sus reporteros en notas que debieran ser estrictamente informativas. Estas opiniones no solo se expresan verbalmente: se sugieren con un gesto, una entonación de voz, una inflexión precisa en el momento preciso, un silencio bien acentuado...

Ayer, Ruth del Salto, de Ecuavisa, usó todos estos recursos sospechosos para imprimir el sesgo de su opinión personal a un comunicado de la Policía, sobre el caso de los guardias penitenciarios que apuntaron sus armas contra civiles durante una comparecencia de los esposos Burdet Cedeño: “Dicen –acentuó Del Salto con aquella significativa entonación que usamos cuando queremos decir ‘dicen, pero es mentira’– que fueron objeto de agresión física y verbal...”. Aquí, la periodista introdujo un silencio cargado de sentido y añadió, enfatizando cada sílaba: “e-llos”.

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Digo yo: si a Ruth del Salto le constaba lo contrario, habría resultado mucho más efectivo que se limitara a leer sobriamente el comunicado y a desmentirlo con información concreta. Pudo decir: “Esta es la versión de la Policía, pero nosotros estuvimos en el lugar de los hechos y vimos que...”. De hacerlo así, le habríamos creído, pero ¿cómo creer a un periodista que trata de inducir nuestra opinión con inflexiones de voz? El problema es que muchos reporteros parecen más preocupados por el estrellato que por la credibilidad.