El atentado ocurrido este jueves, en la ciudad oriental paquistaní de Multán durante una reunión de radicales islámicos suníes ha causado al menos 45 muertos, lo que eleva a 76 el número de fallecidos por la violencia religiosa en Pakistán en los últimos seis días.
 
Según informó a EFE el jefe de Policía del distrito, Talat Mahmud Tariq, al menos 45 personas han resultado muertas y unas cien heridas en el doble atentado producido al explotar un coche bomba , con 7 kilos de explosivo, y acto seguido una moto bomba en la ciudad central paquistaní de Multán.
 
Tariq indicó que las explosiones, probablemente activadas por control remoto, se produjeron al finalizar un encuentro que duró toda la noche y que congregó a unos 3.000 radicales islámicos suníes para conmemorar el primer aniversario del asesinato de Azim Tariq, líder de la organización suní clandestina, Milat e Islami.
 
Muchos de los seguidores de este líder religioso habían empezado a dispersarse y se encontraban en el aparcamiento cuando se produjeron las explosiones, una detrás de la otra, hacia las 04h30 hora local (23h30 GMT del miércoles).
 
Según la Policía, el estallido de las bombas causó pánico y caos entre los miles de personas que salían de la reunión, lo que provocó una estampida, en la que decenas de personas resultaron heridas.
 
El doctor Arif Said, superintendente del Hospital Nishtar, donde han sido llevados la mayoría de los heridos, confirmó a EFE que al menos 50 personas se encuentran en estado grave.
 
La organización Milat e Islami, antes llamada Sipah e Sahaba, fue incluida el año pasado en la lista de organizaciones prohibidas elaborada por las autoridades paquistaníes.
 
Hasta el momento, ningún grupo ha asumido el atentado, pero la Policía sospecha que puede haber sido cometido por radicales de la minoría chiíta, que supone un 20 por ciento de los 145 millones de habitantes del país y es objeto de ataques por parte de extremistas religiosos de la comunidad mayoritaria suní.
 
Tras los atentados, unas 2.000 personas se manifestaron frente al hospital y gritaron consignas contra los chiítas, a los que calificaron de "infieles".
 
El jefe de la organización Milat e Islami, Maulana Mohamad Ahmed Ludhianvi, se presentó en el hospital, donde hizo un llamamiento a la muchedumbre congregada allí para que mantuviera la calma.
 
Este atentado tiene lugar seis días después del ataque suicida contra una mezquita chiíta en Sialkot, también en la provincia del Punjab, a 180 kilómetros de Islamabad, en la que una bomba mató a 31 personas e hirió a más de 60.
 
Tras este atentado se produjeron disturbios y fuertes protestas por parte de la comunidad chiíta.
 
La Policía ha incrementado su presencia en las calles y la vigilancia de los edificios públicos en Multán, y unidades del Ejército han sido desplegadas en esta localidad y en otras zonas de la provincia, para evitar ataques contra la esa comunidad minoritaria.
 
El ministro de Información, Sheikh Rashid Ahmed, condenó el atentado y afirmó que "este Gobierno continuará su misión en contra del terrorismo hasta derrotarlo".
 
Ahmed apuntó que el ataque puede ser una reacción al asesinato, hace diez días, por parte de las Fuerzas de Seguridad de Amjat Faruqui, supuesto dirigente de Al Qaeda y el terrorista más buscado del país.
 
El presidente paquistaní, general Pérvez Musharraf, afirmó refiriéndose a los autores del ataque que "esta gente no tiene sentido de la humanidad y no tienen nada que ver con el Islám", y los calificó de "inhumanos" y de "animales".
 
Las autoridades de Islamabad han declarado la jornada de mañana día de luto nacional.
 
Miles de personas, la mayoría chiítas, han muerto en la última década debido a la violencia religiosa en Pakistán, donde durante el pasado año se han incrementado los ataques de grupos terroristas musulmanes suníes contra esta minoría.