“Yo sé dónde empiezo una obra, pero no sé dónde llega. Al comienzo solo tengo una idea. La primera persona que se sorprende soy yo”. Quien opina así es el director italiano Pippo Delbono, de 45 años, que presentó, el pasado lunes, en la plataforma del MAAC, en Malecón 2000, la obra de teatro Guerra.

El comentario lo hizo cuando el público ya se había marchado, luego de la función que fue ovacionada y mientras, con sus actores, recogía la escenografía de la obra, con la cual se inauguró, en Guayaquil, una extensión del  VII Festival Internacional de Teatro Experimental, organizado por la actriz Rossana Iturralde, de la Corporación Tragaluz, que se desarrolla en Quito.

A las 20h25, Iturralde decía, como parte de su discurso de apertura del encuentro teatral: “Afortunadamente, y a pesar de que los tiempos nunca están a favor de la cultura, hay esperanzas claras de tener un encuentro mayor en el 2005”.

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En el escenario apareció Bobo, un pequeño hombre que pasó 45 años de su vida en un hospital psiquiátrico y que no pronuncia palabras. Tenía en sus manos un ramo de flores. Y Pippo Delbono, que estaba bajo la tarima, cerca del público, dijo: “Hiroshima estaba llena de flores”. Así comenzó un recorrido por los dolores, por las angustias de la guerra, por lo feo y lo bello, por el odio y el amor, por lo sublime y lo descarnado del mundo.

Los personajes de esta obra no hablan. Hay movimientos, emociones, gestos. Delbono es el hilo conductor, el que lee unos textos en español, que son el eje de una historia al parecer disparatada, donde hay estridencia extrema, gritos, y a la vez poesía, mientras la música suena.

“No quería hacer demagogia sobre la guerra. Esta obra es un viaje entre el dolor personal y el dolor del mundo. No me interesa la provocación por la provocación. Me interesa la armonía. Pienso que el teatro puede ser un espacio para la armonía y el amor”, dice Delbono, en tanto que Bobo, Armando, el actor poliomielítico, y Jean Lucas, el actor con síndrome de Down, pasean, casi a las 23h00 del pasado lunes, por la plataforma del MAAC y se interrelacionan con sus  compañeros del grupo.

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El propio Delbono califica a su espectáculo de una esquizofrenia constante, de un fluir de emociones. “Descubrí que el teatro es más simple de lo que pensamos, pero la simplicidad es difícil de encontrar”, comenta. Guerra es una pieza que creó hace seis años y hacerla le tomó dos.  Tiene nueve obras, producto de sus 20 años de actividad. Este director confiesa que no le gusta el virtuosismo en el teatro, sino la humanidad. En Bobo, por ejemplo, encontró poesía, belleza, por eso lo convocó para su grupo.

Delbono afirma que trabaja con Bobo, Armando y Jean Lucas porque tienen algo de extraordinario, no por su condición de discapacitados. El director y los actores se fueron al hotel pasadas las 23h00. Abandonaron el lugar donde más de 300 personas aplaudieron, lloraron y se desconcertaron con una obra diferente, con un teatro vital.

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NOTAS

Es un espectáculo que desarrolla un sentimiento de humanidad maravilloso. Para mí ha sido redescubrir el teatro, verlo de otra manera. Esta noche ha sido un regalo extraordinario.
Ilonka Vargas,
directora del grupo Mascaró

Estaba tan metido y conmovido de ver todo ese mundo que se creaba y desbarataba y ese amor y ese odio y todo con una honestidad tan grande,  que llegué a las lágrimas. Es teatro del puro.
Virgilio Valero,
director del grupo Gestus

Es muy conmovedor, es del alma. Todo lo que hacen es del alma, para que llegue al alma de los que lo ven. Dice que hay que hacer teatro sin pretensiones, pero desde el corazón.
Bernardo Menéndez,
actor y director cubano

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