Los juegos infantiles

Los niños y niñas de  entre 5 y 10 años jugábamos mezclados, sin malicia o doblez. Se formaba el corrillo y se escogía el juego que íbamos a iniciar.

Un ejemplo es que cogidos de las manos cantábamos
La Pájara Pinta:

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Jugando a la pájara pinta
sentadita en su verde limón
con el pico recoge la rama
con la rama recoge la flor.

También se jugaba a la cinta, mantantiru tirulán, el escondido, la gallina ciega, el pan caliente, saber nadar,
la estatua, los juegos de cartas (el hueso, briscán, la burra), las damas, tres en raya, el ahorcado, el alfajor, la macateta, la perinola, entre otros muy populares por los chicos de cualquier barrio o condición social.

Cumplidos los diez años, los varones muy poco nos integrábamos a los juegos con las niñas, porque aparte del resquemor de que nos consideren afeminados,  nuestros juegos requerían cierta habilidad y rudeza. Las chicas solo miraban y  estimulaban el  esfuerzo que realizábamos.

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Jugábamos pues, a la pega con vida, perro con coche, el taitaco, el vuelo, las bolas de cristal, el tingue, hacha y ñoco, pepo y caucha, el pique, la rueda, los cocos, los trompos, tira y jala, bajo la pierna,  tras el estante, la rayuela (igualmente preferida de las niñas), la montada y la avanzada, las cometas, etcétera. 

Muchos de estos juegos todavía se conservan, pues ciertos padres tuvieron el cuidado de compartirlos con sus hijos a  pesar de la influencia de los juegos electrónicos que ahora  predominan.

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Adaptación del libro Al compás de los recuerdos, por Alberto Guzmán Rodríguez, tradicionista guayaquileño.