Un estudio del Centro de Biomedicina de la Universidad Central para conocer la realidad de las infecciones nosocomiales en nuestro país quedó trunco porque el gobierno decidió no dar más fondos para la investigación.

Un estudio preliminar que realizó un grupo de científicos de la Universidad Central en el 2001 determinó que en Ecuador la frecuencia de las infecciones nosocomiales (aquellas que desarrolla un paciente luego de las primeras 48 horas de su ingreso hospitalario por su condición clínica o las intervenciones que se le realicen) podría ubicarse entre el 12,3% y el 19,5%.

Internacionalmente, este parámetro está entre el 6% y 13%, pudiendo variar según el tamaño del hospital y los servicios investigados (de los cuales terapia intensiva, cirugía y medicina interna son los que presentan más riesgo). Sin embargo, en Ecuador no se conoce la realidad de esta situación.  El Ministerio de Salud no tiene  registros de investigaciones sobre este tema.

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Los doctores César Ruano, Juan Carlos Maldonado y Ramiro Salazar, del Centro de Biomedicina de la Universidad Central del Ecuador, pusieron en marcha hace dos años un proyecto que en su primera etapa estaba destinado a estudiar la prevalencia de las infecciones nosocomiales en tres hospitales –públicos y privados– de Quito.

En la segunda fase se había planificado cuantificar la incidencia anual en los servicios hospitalarios con mayor sospecha de riesgo y ampliar el estudio de prevalencia a otros nosocomios.

El proyecto fue aprobado en el 2001 considerando una duración de dos años de estudios y un costo de  189.519 dólares.

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“Este estudio empezó al comenzar el  2002, pero cuando se habían completado las etapas piloto de investigación y se  había obtenido 11.000 dólares, en abril pasado se recibió un comunicado gubernamental de que se debían suspender las actividades por ausencia de fondos”, comenta el doctor Ruano.

“A pesar de ya no contar con el financiamiento, por decisión del equipo de investigadores y dada la relevancia del tema, el estudio formal en su primera fase fue ejecutado conforme el cronograma previsto”, dice el doctor Juan Carlos Maldonado.

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En total, 427 pacientes fueron estudiados. Participaron los hospitales Enrique Garcés (dependiente del Ministerio de Salud Pública), Carlos Andrade Marín, (IESS) y Quito Número 1, de la Policía Nacional (Ministerio de Gobierno), todos con más de 60 camas.

La recolección de datos se realizó simultáneamente y con metodología uniforme. Fueron incluidos para el estudio todos los pacientes que se encontraban internados, independientemente de la causa de ingreso y el tiempo de permanencia en el hospital.

El método consistió en una revisión completa y exhaustiva del expediente clínico, seguida de una inspección directa al paciente y una conversación personal con el galeno responsable.

“La frecuencia encontrada en las unidades de cuidado intensivo ha sido mayor a la esperada inicialmente”, expresa  Maldonado.

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Cuadros infecciosos
Las infecciones nosocomiales no son demasiado distintas a otros cuadros infecciosos. La diferencia principal radica en que no se adquieren en la comunidad, sino durante la estancia en la casa de salud. Por el hecho de adquirirse dentro del hospital, pueden ser causadas por bacterias más resistentes a los antibióticos y por lo tanto son más difíciles de tratar.

Las patologías de este tipo más frecuentes son:  infección de las vías respiratorias inferiores (principalmente neumonía), la cutánea y de tejidos blandos, la de herida quirúrgica y la de vías urinarias.

Una persona común podría adquirir una infección de vías urinarias (o IVU, generalmente cistitis) en algún momento de su vida. La bacteria suele ser tipo Escherichia coli y el cuadro se trata fácilmente con antibióticos.

En cambio, una persona hospitalizada puede (por su condición clínica) requerir que se le coloque una sonda vesical. Esta intervención (la sonda) se puede transformar en un factor de riesgo para que la persona desarrolle una infección de vías urinarias que, por haber sido adquirida en el hospital (con agente causal distinto como Estafilococo, Proteus  o algún otro) necesitará de otro tipo de antibióticos, más costosos.

Otras infecciones nosocomiales frecuentes son aquellas que tienen como punto de entrada los catéteres venosos (conocido como mariposa) y la sobreinfección de las úlceras cutáneas.

“Cuando mi hijo André tenía 8 meses se contagió de salmonelosis en su guardería y los médicos decidieron que era necesario que permaneciera 48 horas en la sala de observación del hospital, por ser esta enfermedad infectocontagiosa y de rápida propagación”, relata Allysson, de 29 años.

Dentro de la sala, cuenta la madre de André, había algunos niños con problemas similares. Junto a André se encontraba un bebé de 2 o 3 meses, que padecía una enfermedad respiratoria. “Luego de las 48 horas mi hijo salió del hospital, pero al llegar a casa le subió la fiebre otra vez y regresamos al hospital asustados porque pensé que era la misma enfermedad. Pero esta vez el diagnóstico fue una fuerte infección respiratoria”.

“Además, por sus defensas bajas y debido a la cantidad de medicamentos que le dieron para retener líquidos, pese al extremado aseo del hospital y el individual del trato a los enfermos, mi bebé tuvo problemas en las vías urinarias, se le sedimentó la orina. Más días en el hospital”, manifiesta Allyson.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informa que los países deben llevar un control de la incidencia de estas enfermedades para implementar un sistema de vigilancia, como los que hay en España y los Estados Unidos, por ejemplo.

Este organismo recomienda a los profesionales de la salud lavarse siempre las manos  con desinfectantes potentes. “Los guantes, gorros y mascarillas, frecuentemente mal utilizados, juegan un importante papel en prevenir infecciones”, advierte.

Microorganismos virulentos pueden cultivarse en estetoscopios y mandiles, pero el papel de estos en la transmisión de las enfermedades es indefinido. Los catéteres intravasculares, fuente de infecciones, tienen que  ser correctamente esterilizados, sugiere la OPS.