El gobierno iraquí y sus aliados de EE.UU. están decididos a acabar con los reductos rebeldes, ya sean sunitas o chiitas, como lo demostró la madrugada de ayer en sus ataques contra la ciudad de Samarra y el barrio Ciudad Sadr de Bagdad, que dejaron al menos 121 iraquíes y un soldado estadounidense muertos.

El mando militar de EE.UU. eligió dos lugares altamente simbólicos: Samarra (cien kilómetros al norte de Bagdad), feudo de la resistencia sunita donde mataron a 109 insurgentes y un militar estadounidense, y Ciudad Sadr, reducto chiita de los partidarios del clérigo radical Muqtada Al Sadr, donde cayeron 9 milicianos y 3 civiles. 

Unos 2.500 soldados estadounidenses y 1.000 miembros del ejército y  la Guardia Nacional iraquí invadieron Samarra, donde los combates continuaban la tarde de ayer contra rebeldes armados con fusiles Kalachnikovs y lanzacohetes, mientras que los imanes (líderes religiosos) llamaban a la Jihad (guerra santa) desde  las mezquitas.

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La ofensiva en esta ciudad se produjo luego de las declaraciones del viceprimer  ministro a cargo de la seguridad nacional, Barham Saleh, quien afirmó que el  gobierno pretende recuperar el control de las ciudades rebeldes hasta noviembre.

En Samarra un portavoz del ejército anunció que un rehén turco fue liberado y evacuado hacia una base de la Fuerza Multinacional.

El ejército estadounidense explicó en un comunicado que “el acceso irrestricto a esta ciudad (en referencia a Samarra) para las fuerzas de seguridad iraquíes y la fuerza multinacional es innegociable”.

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La advertencia sobre Samarra se extendió para otros focos de resistencia  –las ciudades de Faluja y Ramadi y el barrio de Ciudad Sadr en Bagdad– donde no se obedece la autoridad del gobierno central iraquí ni se permite la presencia de tropas extranjeras.

En Ciudad Sadr, los combates de la pasada madrugada dejaron doce muertos, nueve de ellos milicianos del Ejército del Mehdi (la milicia fiel a Muqtada) y tres civiles, que el representante de Muqtada en Ciudad Sadr, Saad al Malki, describió como “inocentes”.

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También en Bagdad, en el barrio Al Amel, las familias desconsoladas de 35 niños muertos el jueves en un doble atentado suicida con coches bombas reivindicado por el grupo del islamista jordano Abu Mussab Al  Zarqawi, enterraron a las víctimas.

Ocho adultos también murieron en esos ataques.

En cuanto a los dos periodistas franceses, Georges Malbrunot y Christian Chesnot, retenidos desde el pasado 20 de agosto, el diputado francés Didier Julia indicó que su colaborador Philippe Brett iba camino de Damasco, la capital siria, pero no podía confirmar si lo hacía con los rehenes.