En Guayaquil esta pieza teatral se presentará, el próximo lunes, en la plataforma del MAAC, a las 20h30. El 6 y el 8 de octubre abrirán el telón dos grupos más.

La compañía  italiana de Pippo Delbono abrirá mañana, a las 20h30, en el Teatro Sucre de la capital, el VII Festival de Teatro Internacional Experimental de Quito, con la pieza Guerra, una aproximación a conflictos humanos extremos.

Previamente, a las 18h00, actuará en la sala Demetrio Aguilera Malta, el grupo ecuatoriano Espada de Madera.

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Pippo Delbono creó su compañía teatral hace 17 años, y proviene de las nuevas corrientes dramáticas europeas, marcadas, entre otros, por un polaco, Jerzy Grotowski, creador del denominado “teatro pobre”, sustentado en la investigación profunda de todas las posibilidades expresivas del cuerpo humano.

Pero, si bien Delbono pasó por uno de los grupos emblemáticos de la técnica de Grotowski, el Odin Theatre, prefiere un teatro más próximo a la vida, menos afectado por la técnica teatral.

“Me faltaba la vida, la fragilidad de la vida. El teatro es fragilidad más que destrezas”, afirma en su diálogo con EL UNIVERSO.

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Y es en buena medida en el teatro oriental, donde encontrará vertientes de las cuales beber. Términos como ‘verdad’, ‘vida’, ‘gesto’ aparecen con frecuencia en el diálogo con este director y actor italiano, que comienza por la descripción del estilo de sus montajes, del origen de cada obra:

“El teatro es un lugar donde nace la necesidad del sueño, de la experiencia extrema y de lo irreal, pero sin dejar de mantener los pies sobre la tierra. De allí que al inicio de la obra que vamos a presentar, yo surjo del público, y digo buenas noches, para reafirmar la realidad que vamos a vivir con el público, pues la locura, en el teatro, empieza con la verdad”.

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“En el proceso de creación de una pieza, hay un primer momento en el que yo escucho a los actores, dejo que ellos propongan, que sean creadores y no intérpretes simplemente, porque el teatro toca lo sutil en nosotros, lo invisible, toca algo profundo. En un segundo momento intervengo yo para preparar el texto, modificar o enriquecer sus propuestas”.

En ese segundo momento, Pippo Delbono acude a textos poéticos de diversos autores (“mi teatro es eminentemente poético”), y a textos propios. Por ejemplo, en Guerra introduce un fragmento modificado de Jorge Luis Borges, uno atribuido al Buda sobre los desastres, una poesía hindú, algo de la Biblia, a más del resultado de las improvisaciones de los actores.

Pero es un teatro sin exceso de palabras. “Busco el equilibrio entre el gesto del cuerpo y el texto. No hay muchas palabras, pero las que están son importantes”, afirma.

Y es en el teatro oriental, en el teatro Balí, en el teatro chino, en donde este director italiano ha encontrado la importancia de la simplicidad del gesto, detrás de la cual hay un enorme trabajo actoral.

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Un teatro en el que cada gesto es preciso, pero sin necesidad de exteriorizar toda la técnica que contiene.

“La simplicidad te permite comunicarte con gente muy diversa, a pesar de que se actúa con principios milenarios, que exigen trabajo durante periodos muy largos”, sostiene.

Sobre la obra
Guerra es un espectáculo teatral  que se inició en 1998 y se concluyó en 2001, porque este director prefiere ir trabajando lentamente cada obra.

Pero la propuesta de Delbono tiene otra particularidad: la incorporación a los montajes de figuras humanas aparentemente reñidas con las exigencias de un espectáculo: por ejemplo, un actor, se llama ‘Bobo’, que antes de integrarse a la compañía pasó 45 años en un hospital psiquiátrico, bajo condiciones extremadamente duras; un actor mongólico y uno afectado de poliomielitis.

Pero a los tres los ha incorporado, no por motivos clínicos ni humanitarios, sino por lo que ellos son capaces de aportar al teatro.

“Bobo está conmigo porque lo encontré extraordinario. Encontré en él la verdad.
Él es sordomudo. Tiene una enorme sensibilidad frente al gesto corporal. En un momento, puede quedarse inmóvil en el escenario como los grandes actores del teatro oriental”, cuenta Delbono, especialmente emocionado.

El actor mongólico, en cambio, “tiene una altísima conciencia teatral y transmite la verdad de un modo poco frecuente”.

Finalmente, el actor parapléjico sintetiza, paradójicamente toda la libertad del cuerpo.

Delbono no busca hacer un teatro para demostrar las posibilidades de los discapacitados, simplemente quiere hacer teatro. Pippo Delbono y su compañía son, sin duda, uno de los mayores atractivos de este VII Festival.