En otras palabras, esta mujer está haciendo el trabajo de los jueces y los fiscales, de los abogados, de los investigadores, del sistema Judicial, que no hace el suyo, administrar justicia.

Al mismo tiempo, un extranjero que estuvo preso injustamente en las cárceles del Ecuador durante casi un año, ha conseguido que una corte internacional le conceda una indemnización millonaria que la deberá cubrir el Estado. Alguien no hizo su trabajo en la Justicia ecuatoriana y son los contribuyentes los que pagan las consecuencias.

Se prevé que este caso podría sentar un precedente para otros igualmente costosos. Ya se anuncia que en el caso Fybeca se podría acudir también a una instancia internacional.

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¿Cuál es la moraleja de estas dos historias? Que los errores y deficiencias en la Función Judicial no nos salen gratis. Además del daño físico y moral que causan a las personas, tienen un costo material enorme, que recae sobre el Estado y los ciudadanos. Por supuesto, ese valor no aparece nunca en las cifras macroeconómicas, pero es un lastre que detiene nuestro desarrollo.