Hace pocos días Juan Pablo II recibió en su residencia de Castel Gandolfo a los representantes de Capitalia, importante grupo bancario italiano creado hace dos años.

La agencia noticiosa Zenit destaca que, al encontrase con ellos, el Papa les recordó que en las actividades de crédito los valores éticos están por encima de la búsqueda del “máximo beneficio”.

Explicó que “si se quiere ser útil para el crecimiento duradero y el pleno desarrollo de la comunidad, es necesario referirse a los valores superiores del vivir humano”.

Este tema no es nuevo en la prédica de Juan Pablo II, que ya lo trató en 1991 en su encíclica Centesimus annus, en la cual afirmó contundentemente:

“Cuando una empresa da beneficios significa que los factores productivos han sido utilizados adecuadamente y que las correspondientes necesidades humanas han sido satisfechas debidamente.

“Sin embargo, los beneficios no son el único índice de las condiciones de la empresa. Es posible que los balances económicos sean correctos y que al mismo tiempo los hombres, que constituyen el patrimonio más valioso de la empresa, sean humillados y ofendidos en su dignidad.

“Además de ser moralmente inadmisible, esto no puede menos de tener reflejos negativos para el futuro, hasta para la eficiencia económica de la empresa.

“En efecto, finalidad de la empresa no es simplemente la producción de beneficios, sino más bien la existencia misma de la empresa como comunidad de hombres que, de diversas maneras, buscan la satisfacción de sus necesidades fundamentales y constituyen un grupo particular de servicio de la sociedad entera.

“Los beneficios son un elemento regulador de la vida de la empresa, pero no el único; junto a ellos hay que considerar otros factores humanos y morales que, a largo plazo, son por lo menos igualmente esenciales para la vida de la empresa”.

Me he extendido en las citas, pero considero que sirven para mi intención de hacer reflexionar a usted en la ligazón que debe existir entre lucro y ética.

El lucro sin ética es algo que debemos rechazar, pues al irrespetar personas y normas minamos el ejercicio de los derechos esenciales de los demás, que siempre hemos de privilegiar.

¡Qué bueno que Juan Pablo II hable y escriba con tanta autoridad! Nos hace bien oírlo y leerlo y más todavía poner en práctica sus sabias enseñanzas.

Entre quienes han comprendido la verdad y la trascendencia de estos principios están los Focolares, quienes, con doña Chiara Lubick a la cabeza, han creado y desarrollado empresas basadas en su Economía de comunión.

¿Cómo combinar la ética y el lucro en nuestras actividades empresariales? ¿Sería tan amable en darme su opinión?