El papa Juan Pablo II entregó ayer al cardenal bielorruso Kazimierz Swiatek, de 90 años, el premio Fideis Testis (Testimonio de la Fe), concedido por el Instituto Paulo VI, por el testimonio dado durante los años del régimen comunista soviético.

El acto se desarrolló en el Castelgandolfo, durante la audiencia que concedió al Instituto Paulo VI de Brescia, al norte de Italia, con motivo del vigésimo quinto aniversario de esta institución.

Juan Pablo II expresó su satisfacción por poder entregar personalmente el premio al arzobispo de Minsk-Mohilev, del que dijo que en “los difíciles años de la persecución” de la Iglesia en la Europa del Este “dio fe y valeroso testimonio de Cristo y su evangelio”.

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Kazimierz Swiatek fue arrestado y perseguido durante la época de Stalin. El Papa subrayó ayer que el prelado llevó en primera persona “la cruz de la prisión, de la injusta condena, de los campos de trabajo con su carga de fatiga, frío y hambre”.

El Pontífice recordó la frase del cardenal “se podía sobrevivir solo con la fe” y añadió que una vez caído el régimen comunista, Swiatek volvió a la comunidad eclesial “como testimonio todavía más creíble del Evangelio”.

El sitio donde se desarrolló la premiación, la catedral de Minsk, fue construido en el año 1700 por los jesuitas.

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En 1951, el régimen comunista mandó cerrarla, la requisó, y la transformó, entre otras cosas en un gimnasio.

Al igual que muchos otros templos de esa nación, conoció un periodo de profanación durante el cual, según los misterios de la divina Providencia, no cesó de ser una llamada simbólica para el pueblo de Dios en los largos años de persecución.

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Finalmente, en 1994, la antigua catedral fue devuelta a la comunidad católica, y el cardenal Kazimierz Swiatek puso en marcha los trabajos de restauración.

Según el Anuario Estadístico de la Iglesia Católica, en Bielorrusia hay 1’245.000 católicos en una población de 10’260.000 habitantes. Para atender a este país la Iglesia cuenta con 227 sacerdotes.