DEl sector formal dice que los controles aduaneros no detectan a los evasores.

En el Puerto de Guayaquil hay 2.371 contenedores declarados en abandono. Esta es una prueba de la efectividad de los controles para evitar el contrabando en este distrito, aseguró el coronel Rodrigo Zúñiga, ex gerente de la Corporación Aduanera Ecuatoriana (CAE), el miércoles pasado, cuando dejó su cargo.

Pero no precisó el tiempo que tiene esa mercadería en el puerto ni tampoco la fecha en la que iniciarán los remates de esos productos para recuperar el valor de los impuestos no recaudados por concepto de importación.

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El sector importador duda de que esa mercancía aún esté en los contenedores, por la existencia de los denominados túneles o caminos por donde se retira la mercadería ilegalmente para evadir el pago de tributos en la Aduana de Guayaquil, pese a que el Departamento de Gestión Aduanera niega su existencia.

Andrés Mata, director ejecutivo de la Asociación de Almacenes de Electrodomésticos y miembro del directorio aduanero de la Cámara de Comercio, insistió en la necesidad de que las autoridades abran oficialmente los contenedores, analicen el inventario e investiguen su procedencia.

“Es la obligación de la Aduana abrir esos contenedores, pero tienen miedo de que al hacerlo se den cuenta de que están vacíos y que la mercancía se diluyó en el país, causando un grave perjuicio al comercio”, indicó.

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De los comentarios que ha escuchado Mata, los supuestos dueños de esos contenedores los dejan en el puerto hasta que se los declare en abandono (quince días), para luego sacar la carga de otra manera.

“No hay un control estricto. Esta es una mafia que tiene 40 años funcionando y que no se acabará si no hay decisión”, explicó.

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Elsa de Mena, ex directora del Servicio de Rentas Internas (SRI), aseguró que los controles aduaneros dependen de una decisión política e institucional que permita detectar las irregularidades y corregirlas.

Carlos Villacís, importador de material de ferretería, dijo que este tipo de evasión perjudica a los importadores formales porque “declaramos todo correctamente, cancelamos derechos arancelarios e impuestos y otros sacan su mercancía sin pagar un centavo”.

Villacís agregó que es difícil detectar a los evasores porque tienen contactos internos en el puerto y en la Aduana.

“Eso se traduce en los costos de la mercadería. Por ejemplo, el de una cerradura que, por los impuestos que pagamos al importar, cuesta 20 dólares y otros, la venden en 18. Es gente que se beneficia de este sistema poco ético”, indicó.

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