Dos toques a una pequeña campana de hierro dieron la señal para que los vocales del 1º Tribunal Penal de Manabí (Camila Navia, presidenta; Orlando Delgado y Daniel Cadena), instalaran la audiencia de juzgamiento.

En los cinco días en que duró el acto, los rostros tensos de los abogados y fiscales, y el nerviosismo de implicados y familiares fueron evidentes. En dos filas diferentes, acondicionadas en el casino de tropa del Comando de Manabí, se ubicaron acusadores y acusados. En la mitad, los jueces.

La fiscal María Eugenia Vallejo lideró la acusación. Sus fundamentos y las versiones de sus testigos fueron rechazados por los defensores. Desde las 09h00 hasta las 19h30, en la diligencia se escuchó un vaivén de réplicas y contrarréplicas. La frase: “¡Objeción!, señora presidenta”, interrumpía el silencio de la sala.

Publicidad

“¡A lugar!, o “¡no a lugar!”, fue la respuesta que permitió continuar. Hubo leves enfrentamientos verbales y recesos (de dos minutos a una hora) permitieron refrescar la garganta y memoria de los expositores. Los sorbos de café que consumió César Fernández aplacaron un poco su tensión. En muchas ocasiones, cuando la Fiscalía arremetía contra él, se escudaba en la mirada de su abogado, Rubén Franco.

Dos de los siete abogados insistieron en la falta de pruebas. Iván Durazno (defensor de los mexicanos) y Rubén Franco, patrocinador de Fernández, indicaron que si no estaban los policías que participaron en el operativo no se podía demostrar el delito.

“Los únicos testigos son los agentes accidentados, sin ellos nuestros defendidos pueden salir libres”, insistió Franco.

Publicidad

El desenlace depende del 1º Tribunal Penal, que debe sentenciar –en un máximo de 41 días– a los 13 imputados.