Río Teatro Caribe es un caudaloso río de talento, de irreverencia escénica. Los miembros de esta agrupación venezolana entregaron al público guayaquileño una obra que lleva el nombre de un plato típico de su país, Tarkarí de chivo, en el cierre del Festival de Artes Escénicas el pasado sábado en el Centro de Arte. Fue un verdadero deleite para los sentidos.

El tablado se constituyó en una gran cocina en la que confluyeron no solo extraños platos, sino también máscaras, payasos y cuerpos elásticos cuyos movimientos simularon ser acrobacias circenses en muchas ocasiones.

Uno de los elementos escénicos más importantes de la pieza fueron unas enormes ollas, que más allá de servir para cocinar, fueron verdaderas cajas de Pandora.
Los cuerpos salían e ingresaban en ellas, así como emergían de estas los utensilios más extraños para recrear disparatadas historias.

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La música, que parecía un juego entre lo clásico y  folclórico y en la que muchas veces se incluyó una imponente melodía de piano, resultó el condimento esencial de la obra. Además, remarcó el carácter festivo y onírico de esta pieza, que coqueteó entre lo cómico y lo dramático, de principio a fin.

Una de las partes más reveladoras de la intencionalidad de la pieza fue un texto dicho por una de las actrices, a la mitad de la obra.

“Ustedes no asisten a una obra de teatro. Ustedes no son meros receptores.
Ustedes están en el centro mismo de la acción. Ustedes son el fuego mismo.
Ustedes están inflamados. (...) Ustedes son la revelación de la noche. Ustedes nos encienden. Nuestras palabras se inflaman al contacto con ustedes. (...) Esta obra es un prólogo de lo que ustedes mismos han hecho. Es el prólogo de las costumbres, de los sueños, de la libertad. Es el prólogo de sus futuros placeres teatrales (...) La mesa está servida”. 
 
Luego, la avalancha simbólica continuó y también se desprendieron episodios que revelaron la situación social, política y cultural de Venezuela, y por ende de América Latina.

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Parte fundamental de la pieza es el diálogo de un par de caricaturescos militares.
Esta escena se convirtió en una sátira completa sobre el abuso del poder  militar.

Casi al finalizar la obra, platos y tenedores fueron echados con fuerza por el tablado. Los actores también se echaron agua unos a los otros, como en un acto de liberación, en el que estuvo involucrado el público.

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Sin duda, Tarkarí de chivo está enmarcado en un estilo teatral totalmente contemporáneo.