¡Cuánto frío! Y eso combinado con el cansancio... ya va a ser la medianoche de este sábado. Todo el mundo se queja. Quizá sean unos 4 mil amigos de negro que esperan a los magos del black metal, los ingleses Cradle of Filth.

 El rumor se propaga, alguien ha encendido el reguero de pólvora: los europeos no van a presentarse. Todo pasa de repente: ahora sí se armó el despelote.

¿Qué serán? Más o menos las 23h10, todos los de negro se han dado cuenta de que la gente de la producción empieza a sacar, de a poco, lo que pueden: algunos micrófonos, cables, pedestales...

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Claro, ahora sí se entiende. Cuando se llega a un concierto de esta categoría, se espera ver torres de amplificadores, una batería colosal, enormes juegos de luces y todo el etcétera posible. Pero los equipos apenas dan los voltios suficientes para amplificar a las bandas nacionales abridoras: Mortum (Atuntaqui), Total Death (Quito) y Necrofobia (Riobamba).

Con el hecho de que la gente de la organización empieza a sacar sus equipos, los de negro tienen la película clara: los Creadle of Filth no se presentarán. Y con eso se olvida que las tres bandas nacionales se sacaron la madre. Ahora solo se vive el caos, la furia de la gente, la policía que se repliega, los hierros retorcidos.
¡Sálvese quien pueda!

Por supuesto, una cámara de televisión se pone a buen resguardo, pero acechante, capturando todas las imágenes. Llegó para armar un programa especial sobre supuestas bandas satánicas. No pudieron llevarse las escenas de Creadle of Filth, pero lograron la execrable imagen de los rockers furibundos.

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¿Quién tiene la culpa de todo esto, los furibundos pelones (que en otro contexto serían clientes perjudicados) o los organizadores que engañaron a los casi 4 mil asistentes? Patricia Cajo, de Atahualpa Rock, alerta sobre el resultado. No habrá heridos, pero las imágenes serán censuradoras en la edición televisiva.

En parte, la premonición de Patricia es certera. Solo hasta que aparezca el programa en televisión habrá elementos de juicio para eso. Por lo otro, la Cruz Roja no da cuenta de heridos. Sin embargo, hay otro tipo de heridas abiertas.

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Los de negro siempre desconfían de la gente eterna a su círculo, pero esta vez hasta la gente que se supone que está vinculada al movimiento se aprovechó de ellos. “Esta fue la goleada del año”, repite uno de los furibundos. Al preguntársele el nombre, solo saca el dedo medio, con una plasticidad inmejorable.