A El Gran Combo le dicen la Universidad de la Salsa. Le dicen así porque durante sus 42 años de existencia ha sido la escuela de solistas como Johnny Ventura, Cheo Feliciano, Jerry Rivera, Gilberto Santa Rosa, Héctor Lavoe y Eddie Santiago, entre otros. Pero esa no es la única razón para tal apelativo.

La descarga de percusión, que a las 01h45 de ayer, ejecutaba Domingo Cuqui Santos fue apenas un pedacito de la cátedra que la orquesta de Puerto Rico ofreció en el Jardín de la Salsa. Era el momento de la canción Timbalero y la gente estaba contagiada por el ritmo de El Gran Combo. Cuqui Santos aprovechó el momento, tomó las baquetas y empezó su solo de timbal. A él se unió Freddy Barberán, cantante local que imita al desaparecido Héctor Lavoe, para aporrear los bongós, que, acostado en posición fetal, colocó entre sus piernas.

La cátedra seguía con la sincronización de movimientos que hacían Charly Aponte, Jerry Rivas y Papo Rosario, los cantantes.

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Terminó Timbalero y como todos los artistas, El Gran Combo amagó con irse, pero Paúl Tenorio y Lidia Ronquillo, animadores del espectáculo, arengaron al público, para que la orquesta boricua volviera. Y a las 01h50, los 13 músicos regresaron al escenario para interpretar Un verano en Nueva York. Allí destacó  Ritchie Bastar en los bongós, mientras Aponte le decía: “Toca Riquito, toca...”. Mientras, Rivas y Rosario adornaban más el coro de Un verano en Nueva York con el improvisado “...un verano en Ecuador...”.

Eran las 02h00, finalizaba la cátedra. Una cátedra que la Universidad de la Salsa ofreció desde las 23h50 del viernes pasado y que empezó con los estribillos “que no se pierda mi hijo...”, que pertenece a la canción Vagabundo, la primera de un repertorio compuesto por 12 canciones. A la medianoche   Jerry Rivas, el cenizo cantante de los Mulatos del Sabor interpretó  Te regalo el corazón, seguida del Aguacero, de Aponte, con su conocido coro: “Cada gota de lluvia caída, en una tarde gris, se ha llevado un poco de tu amor...”. Eran las 00h10 y El Gran Combo puso un freno momentáneo, o más bien los animadores del espectáculo lo hicieron para regalarle un reconocimiento a Rafael Ithier, el director, pianista y fundador de la orquesta.

La ‘solemnidad’ la rompió el mismo Ithier cuando dijo “nosotros no vamos a hacer lo que nos dé la gana, sino lo que a ustedes les dé la gana...” y empezó a preguntar al público qué canciones querían escuchar. “¿Quieren escuchar Brujería? o quizá Me liberé?”, decía Ithier, quien reconoció que su orquesta se debe al público.

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La pausa terminó y el espectáculo continuó con Ojos chinos, en la que Aponte, Rivas y Rosario bailaron con las manos juntas y simularon un saludo oriental, mientras daban la vuelta en el escenario.

Los seguidores hicieron caso a la propuesta que minutos antes había planteado Ithier, enviaron papeles con saludos para sus amigos y hasta una bandera de Barcelona llegó a las manos de los cantantes Aponte, Rivas y Rosario.

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Trampolín, Ámame y Brujería (durante cuya interpretación le entregaron  la bandera) cerraron la primera parte del show. Los Mulatos del Sabor dejaron el escenario por 15 minutos para tomar el ‘segundo aire’.  Tenían un compromiso con la gente guayaquileña.

A las 01h20, el retorno fue contudente con el estribillo: “...me liberé, me liberé, gracias a Dios me liberé”. Era la famosa Me liberé.

A ese tema le siguieron:  Se me perdió el amor, Que me lo den en vida y Carbonerito, esta última cantada por Papo Rosario. Eran las 01h45 y en el repertorio solo quedaban  Timbalero y Un verano en Nueva York.  Aunque El Gran Combo no interpretó otras canciones como Azuquita pal café o No hay cama pa’ tanta gente, las 6 mil personas que acudieron al Jardín de la Salsa se fueron conformes con las que ofreció la Universidad de la Salsa, durante su ‘cátedra’.

 

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