El atacante confía en que su equipo clasifique y quiere seguir en Ecuador.

Pocas fueron las esperanzas que algunos hinchas de Emelec tenían en el colombiano Hamilton Ricard cuando lo vieron debutar el pasado 21 de marzo en Riobamba ante el Olmedo y en su segundo partido ante Liga de Quito, en el estadio Capwell. “Que estaba pasado de peso”, “que le faltaba fútbol” o simplemente que era un “paquete” más que había llegado al fútbol ecuatoriano, eran los comentarios que giraron en torno al atacante cafetero.

Empero, ante los mismos albos a los 31 minutos anotó su primer gol, y desde ese momento no ha cesado de marcar para los azules. Lleva 15 goles con la camiseta de color azul eléctrico, aquella como él mismo dice: “Se me ha pegado”.

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A sus 30 años y con su amplia experiencia el cafetero se maneja profesionalmente y desvirtúa rumores de equipos locales que desean contar con sus servicios para el próximo año. “No hay nada cierto, nadie ha hablado conmigo, yo sigo con Emelec”, dice.

No solo ha encontrado en el equipo azul buenos amigos como Moisés Candelario, sino que en Guayaquil se siente “como en casa” y qué decir de la comida que también es uno de los puntos importantes en el análisis que hace Ricard para su continuidad en el país.

“Claro que me gustaría quedarme. Me acostumbré al equipo, la ciudad y a la hinchada, pero aún hay luchar para clasificar. Ojalá lleguemos. Cuando termine todo veremos qué pasa”, agrega el futbolista que ha sido seleccionado por su país, y que ha militado en el Middesbourgh (Inglaterra 1998-2001), CKSA Sofía (Bulgaria 2002), Deportivo Cali, Independiente de Santa Fe y Tulúa (Colombia).

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Sus gritos y bromas forman parte de los entrenamientos cotidianos con los eléctricos. “Corre, corre, no pierdas la pelota (Silvano) Stacio”, exclamaba el pasado viernes en la práctica azul en el polideportivo de los Samanes.

“Solo trato de ayudar a los muchachos, guiarlos gracias a la experiencia que tengo. No creo que sea un padre para ellos. Me respetan mucho y yo a ellos, eso es bueno para sacar adelante al equipo”, concluye Ricard, quien recibía amables palmadas en su espalda de su amigo Candela cuando conversaba para este Diario.