Día tras día los medios de comunicación nos presentan los graves problemas que deben afrontar los ecuatorianos que emigran y que buscan llegar a otros países legal o ilegalmente.

Los relatos son estremecedores y, sin embargo, muchos de los protagonistas de los viajes frustrados, después de narrar los horrores a los que se expusieron tras ponerse en manos de los coyotes que comercian con su anhelo de encontrar mejores medios de vida, afirman, sin dudarlo, que lo volverán a intentar.

Algunos estudios realizados por el Plan Migración, Comunicación y Desarrollo, integrado por algunas instituciones que se preocupan del fenómeno, ahondan en las causas que llevan a los ecuatorianos a tomar la difícil decisión de emigrar. Por supuesto está el problema económico, agudizado después de la crisis de 1999, pero está también, y quizás con mayor importancia, la desesperanza que esa crisis desató y que no hemos podido revertir, la percepción de que el país no tiene futuro.

El estudio señala que “la crisis impuso en el Ecuador cierto pesimismo colectivo respecto al futuro... en menos de tres años desapareció la imagen del país como un espacio de oportunidades para el desarrollo social y laboral”.

Antes, la decisión de emigrar era una decisión individual de alguien que creía que fuera encontraría oportunidades que el país no le ofrecía. Hoy, la decisión de emigrar es una estrategia de supervivencia familiar, que involucra a todos los miembros y da a cada uno de ellos una cuota de sacrificio en espera de una solución. Por supuesto, el sacrificio es a veces económico, pues todos de alguna manera contribuyen a completar el dinero necesario para pagar el viaje, pero también es sacrificio afectivo y psicológico. Para el primero, los que tienen suerte encuentran una solución a mediano o largo plazo, para el segundo, las huellas pueden resultar imborrables.

Si una causa importante de la emigración es la desesperanza, estamos en la obligación de devolvernos la esperanza y eso significa, no solo robustecer la economía, sino ofrecer el país de gobierno honrado y gente honesta capaz de buscar con entusiasmo el porvenir.