De lunes a viernes, de 14h00 a 21h00, siete cines de Guayaquil exhiben películas para público adulto.

Sin luces y a escondidas, el sentido de la realidad se pierde en los rincones de una sala. Ni el ruido ocasionado por el tráfico de la calle Luque logra interrumpir la concentración que más de 30 personas han puesto en fantasías compradas por dos dólares, en la taquilla del cine Presidente, en las calles Luque, entre Pedro Moncayo y Seis de Marzo.

Lolita, una de las tres películas exhibidas la  tarde del pasado 14 de septiembre, lograba mantener las miradas fijas en la pantalla. Resultaba difícil no percibir en el ambiente la presión provocada por el silencio y la presencia de cada uno de los compañeros de butaca.

Publicidad

Ahí estaba Jimmy (nombre ficticio). Él a los 18 años comenzó a frecuentar los distintos cines pornográficos de la ciudad. Ahora, a sus 28, continúa asistiendo.
Una o dos veces por semana suele ir al lugar, donde dice transforma sus problemas en entretenimiento.  “Con las películas he podido hacer realidad mis fantasías”, comenta entre sonrisas.

Cines para adultos
Junto al Presidente, el Imperio (Seis de Marzo, entre Ballén y Aguirre), el Cine Amigo (antiguo J.J., ubicado en la Av. Machala, entre Luque y Aguirre),  el Quito 2 (Colón y Pío Montúfar), el Fénix (Guaranda y Calicuchima), el Capitol (Tungurahua y Ayacucho) y el nuevo Cosmocine (Portete y Los Ríos) integran la lista de los siete cines para adultos  que exhiben pornografía en la actualidad.

Quienes asisten a sus salas son, en su mayoría, hombres de entre 18 y 65 años, según sus administradores; aunque también reconocen  la visita de parejas. La presencia de mujeres solas es poco frecuente.

Publicidad

Populismo y pornografía
Para el sociólogo Rubén Aroca, el que haya cines pornográficos en Guayaquil se debe a la debacle de los antiguos cines populares.

Asegura que la mayor parte de los establecimientos que proyectaban películas mexicanas y orientales (catalogadas como populares) acabó  encontrando en la pornografía un medio de supervivencia ante la creciente competencia de los cines que transmiten películas de Hollywood.  Este es el caso del Juan Pueblo, Victoria, Tauro y demás.

Publicidad

Señala que por eso el consumo de la pornografía suele ser atribuido a las  clases populares. El caso de Cosmocine es diferente, porque se creó exclusivamente para funcionar como un espacio para difundir cintas pornográficas.

¿Normal?
Hay quienes piensan que exhibir pornografía de manera abierta en los  cines va contra la moral y asistir a estos sitios para verla se sale de lo  normal. Ante ello, el psicólogo Antonio Aguirre indica que no es posible catalogar de anormal el gusto por las producciones pornográficas, porque “ver  películas de este tipo forma parte de uno de los ámbitos de la vida sexual. La asistencia es parte del proceso de gozo”.

Aguirre también comenta que  “toda vida sexual participa de alguna condición de perversión”.  Así que no es extraño que a unos guste más y a otros menos ver pornografía, sea en películas, revistas, internet u otros medios, dice el médico.

Las personas que gustan de este género no necesariamente responden a problemas patológicos. Por el contrario, “cuando se ve pornografía la problemática del deseo del sujeto queda marginada” porque “la pornografía no es algo que se desee, es algo que se demanda y se obtiene”, agrega Aguirre. 

Publicidad

Control y vigilancia
Los responsables de estos cines, para mantener sus permisos de funcionamiento, deben pagar al Municipio los mismos impuestos que se le cobra a cualquier otro negocio dedicado al espectáculo. En ello coinciden Polo Montero, José Espinoza y Mario Ortega, administradores de los cines Amigo, Fénix y Cosmocine, respectivamente.

Los encargados de estos establecimientos también comentan que la Policía visita diariamente los locales para controlar el comportamiento de los espectadores en las salas, el orden del lugar y la seguridad del sector.

Anotan que por la seguridad del cine, ellos como administradores o sus subalternos hacen constantes visitas a las salas, mientras se difunde una película.

APUNTES


Asistencia

Al menos 60 personas visitan diariamente cada una de las salas de los cines para adultos que hay en la ciudad, según los reportes de ingreso a los establecimientos.

Películas en videos
La mayoría de estos cines han dejado de utilizar proyectores y han acogido los videos, por ser estos últimos más baratos. Los cines que aún funcionan con proyectores son: el Quito 2 y el Presidente.

Competencia
Los encargados de los cines pornográficos encuentran en las nuevas tecnologías su competencia. Ahora es más fácil comprar una película o navegar por internet.

Transformación de cines
La televisión por cable, la piratería de películas y la construcción de cines en centros comerciales  quitaron vigencia a los antiguos locales donde se proyectaban películas en Guayaquil. Estos anteriormente exhibían producciones para todo público y luego se transformaron en pornográficos para no perder la totalidad de su audiencia, con esto descubrieron además un público aún cautivo.