Prostitutas de seis países de América Latina dieron la  cara ayer para defender sus derechos humanos y reclamar ser reconocidas  como “trabajadoras sexuales” con todos sus beneficios sociales, al alegar que  realizan un trabajo como cualquier otro, del que no se arrepienten.

La propuesta surgió durante una cumbre de dos días que se realizó en Lima, con la asistencia  de delegadas de Brasil, Argentina, Ecuador, México, Chile y Perú.

“Hemos decidido romper el silencio y no dejar que nadie más hable en nombre  de nosotras porque tenemos voz propia para exigir nuestros derechos”, dijo  la argentina Elena Reynaga, líder de la Red Latinoamericana de Trabajadoras  Sexuales, creada en 1997, que reúne a siete gremios de países de la región.

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“Ya basta, siempre nos han puesto en el banquillo de los acusados; nosotras  no robamos, no matamos, tenemos las manos limpias, lo único que hacemos es  trabajar”, remarcó.

Alejandra Gil, representante de México, aseguró que hacen un “trabajo digno  como el que realiza cualquier persona. Prostitución es lo que hacen quienes se prostituyen por alcanzar cualquier  puesto, sean hombres o mujeres”.

Coincidieron en que no se avergüenzan de su trabajo.

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Karina Bravo, de Ecuador, aseveró que no se arrepiente de ser prostituta  pues esa actividad le ha abierto numerosas puertas, como las de una universidad  ecuatoriana donde estudia. “Además soy candidata a la alcaldía de mi  localidad”, anotó.

Es necesario “ocupar espacios de poder para desde ahí hacer cambios y  dirigir las miradas hacia las que hacemos trabajo sexual”, afirmó. Las  prostitutas tienen derecho a trabajar en las calles “porque las calles son del  pueblo”, agregó.

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Las prostitutas denunciaron que en toda América Latina son víctimas de  abusos de sectores corruptos de la Policía. “Los organismos policiales son los grandes proxenetas de la sociedad que  nos cobran cupos y nos agreden constantemente”, coincidieron las asistentes.