He podido leer en diferentes medios de comunicación una denuncia contra ciertas tarjetas de crédito, pero debo agregar que no serían las únicas que supuestamente cometen irregularidades.

Algunas abusan del usuario con intereses usureros, repetición de cobros ya cancelados, extensión por más tiempo en los pagos diferidos que siguen cobrando luego de cancelada la deuda.

Además, si la tarjeta tiene duración de cinco años, debería pagarse la renovación, terminado el plazo de vigencia, pero se cobra año a año la renovación sin que se entregue otro ejemplar en plástico. De la misma forma, hay que pagar la renovación por tarjetas adicionales –que muchas personas obtienen para sus cónyuges e hijos– lo que es algo injusto.

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Debe existir mayor control y ponerse límite a los intereses para evitar perjuicio al usuario, que es la persona que les hace ganar porque ellos también cobran elevados porcentajes a las empresas a quienes uno les compra diversos bienes, por medio de la tarjeta.

Al no realizarse vigilancia periódica a emisores de tarjetas, las entidades de control cometerían delito por omisión y permisividad.

Dr. Alberto Avellán Zerega
Guayaquil