Hipócrates señalaba que nuestro alimento era una medicina, pero en muchos casos puede ser también  causa  de enfermedad.

De los alimentos, el organismo recoge los elementos necesarios para la  reparación de los tejidos y  la nutrición de nuestras estructuras, siendo de estos nutrientes que se vale para fuente energética.  Pero en ocasiones, cada vez más frecuentes, el cuerpo interpreta al alimento no como fuente de alimentación, sino como si fuese una agresión e inicia los mecanismos de defensa correspondientes, es decir, una reacción alérgica.

La alergia es una reacción adversa del sistema inmunológico a una sustancia que resulta inofensiva para la mayoría de las personas.  Muchos interpretan la alergia como molestias a nivel de piel, relacionándola con erupciones, ronchas o picazón.  Pero, las manifestaciones pueden ser múltiples y variadas.  Encontramos:  dolores de cabeza, desórdenes gastrointestinales,  rinitis, entre otras. No solo se identifican síntomas en el plano físico, también involucran la esfera mental, no es raro presentar irritabilidad, depresión, agobio, cambios rápidos de carácter y más.

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Las alergias alimenticias son progresivas e  irán empeorando si no son identificadas y tratadas oportunamente,  llevándonos o contribuyendo  a enfermedades más graves:  asma, artritis, obesidad, diabetes, migraña y otras.

Motivos que desarrollan alergias:

1.- La exposición demasiado temprana a múltiples nutrientes.  Los niños deben descubrir los alimentos de forma paulatina. Ellos  no cuentan con las enzimas adecuadas para digerirlos y absorverlos. El niño, antes de los 6 meses debe consumir solo leche materna. A partir de esa edad el pediatra señalará una tabla de ingesta alimentaria.

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2.- La sobrecarga  de colorantes, saborizantes, aditivos alimenticios y conservantes que nuestros alimentos contienen. Aun cuando nosotros nos preocupamos de consumir productos agrícolas  no procesados, estos contienen: herbicidas, fungicidas, matamalezas, y muchos más.

3.- El consumo  excesivo de carne roja y aves de criadero.  Productos que vienen saturados de antibióticos, hormona de crecimiento y esteroides.

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4.- La contaminación ambiental.  Situación que va disminuyendo la capacidad de nuestro sistema inmunológico.

5.- Daño a nuestra flora intestinal debido al uso indiscriminado de antibióticos.  Una de las prácticas más peligrosas de nuestra sociedad consiste en la automedicación.

6.- La monodieta. Si realizamos una lista de lo que consumimos de forma regular, esta no sobrepasará los 20 alimentos. A nivel técnico una dieta de 30 alimentos o menos se considera no sana. Cuando el organismo enfrenta la misma sustancia diariamente, tarde o temprano desarrolla intolerancia.  El cuerpo para estar sano necesita diversos nutrientes  de orígenes diferentes. El 90% de la dieta ecuatoriana consiste de forma habitual en  arroz, carne, café, papa, pollo, leche, queso, fréjol, huevos, fideo, verde, maduro, pan de trigo, maíz,  naranja, limón, tomate, yuca, azúcar y alcohol.

7.- Síndrome del intestino poroso.  Excesiva permeabilidad del tracto digestivo. Reacción a grandes partículas de alimentos parcialmente digeridos que logran llegar al torrente sanguíneo.  Se produce por una digestión pobre, uso de drogas desinflamatorias,  consumo regular de bebidas alcohólicas (el consumo semanal de más de dos onzas de alcohol), infecciones virales o bacteriales, infestaciones de parásitos.

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8.- Deficiencias de vitaminas, minerales, aminoácidos (precursores de proteínas) o ácidos grasos esenciales.

Los alimentos que con más frecuencia se asocian con las alergias son:  lácteos, huevos,  cítricos, carne roja, café, azúcar, mariscos, alcohol y otros.

Un alimento no tiene que ser malo para generar  una reacción alérgica, de hecho los cítricos son considerados muy saludables, pero no deben  consumirse de forma diaria.  El tiempo perfecto entre una ingesta y otra debiese  ser de cuatro días.

La forma ideal de enfrentar una patología crónica consiste en multiplicidad de acercamientos:  La homeopatía (la forma más pura y efectiva de medicina natural), la dietética y nutrición correcta (corrigiendo desbalances generados),  la fitoterapia (curación a través de hierbas y frutos), la terapia floral de Bach (considerando las raíces motivacionales de cada individuo) y la terapia neural (buscando interferencias de la comunicación nerviosa en el organismo). 

De las antes mencionadas, la homeopatía se la considera la más importante, puesto que es segura, económica, rápida, eficaz y exenta de cualquier efecto tóxico.