Las mujeres asustadas son la clave, así que basta de matices sensibles. Ellos quieren al Sr. Duro; a partir de ahora y hasta noviembre, eso es lo que tendrán.

Soy John Kerry, quedando a la zaga en las encuestas con apenas seis semanas restantes.

Ya volví a sacudir a mi equipo de campaña una vez más; Cahill, Shrum y todo el grupo Kennedy estuvieron bien para el final de las elecciones primarias, pero su estrategia sobre el héroe de guerra era totalmente equivocada para las elecciones generales. Ahora tengo a Sasso y a los pesos pesados de Clinton dando las órdenes. ¿Qué podemos hacer para detener la erosión en los sondeos de opinión y darle un giro radical a esta campaña?

1. Cambiar el objetivo estratégico. No es el elector indeciso el que cuenta; no hay muchos de esos. Es la base demócrata la que tiene que ser acicateada y a la cual es necesario darle un giro.

2. Ignorar mis mensajes periféricos que no atraen. La tasa de desempleo sigue en descenso y el mercado accionario está subiendo, así que la economía no me ayuda. Los faltantes presupuestarios no espantan al pueblo, la tasación de los ricos no da señales de estar avanzando, y Bush ha enturbiado los temas relacionados con la Salud y la Educación. Asustar a los viejos con respecto a la privatización del Seguro Social solo orilla a los votantes más jóvenes hacia el Partido Republicano.

3. Dejar de perder tiempo magnificando la furia de las personas que aborrecen a Bush. Nuestros partidarios no son buenos para los trucos sucios. El asunto del “afortunado hijo” no ha afectado a Bush, y yo no nací exactamente en una cabaña de madera.

4. Reconocer que la guerra es el tema decisivo y asumir una posición a la que yo me pueda ceñir por lo menos seis semanas. Proclamar a los cuatro vientos los errores pasados de Bush no sirve. Cuando lo ataco con respecto a sus engaños, él me devuelve el ataque por haber votado en ambos sentidos, y eso, en el mejor de los casos, es convincente. Así que tengo que centrarme en el sangriento presente versus el brillante futuro bajo mi persona. Simple: “Bush está perdiendo la guerra y Kerry la ganará”. Eso me daría un impulso en los debates, de los cuales depende un giro radical.

5. No permitir que Bush se salga de nuevo con la suya por haber sido “subestimado e incomprendido” cuando debate. Tenemos que recordarles a todos que Bush, con su tosca personalidad, ha ganado cada debate en que ha participado. Entonces, después de que cometa algún error importante lo acribillaré por temer un enfrentamiento conmigo por tercera vez.

6. Conseguir un lema que quede bien en una calcomanía para usarse sobre parachoques de automóviles. Eso de que “la W significa Wrong” (equivocado, en inglés) no está funcionando porque demasiadas personas consideran que “wrong” empieza con R. Más bien, hay que estar listos cuando la gente de Bush saque a relucir la fórmula bélica de Lincoln: “No cambies de caballo a media carrera”. Hay que devolver el golpe con el ataque de Franklin D. Roosevelt: “¡Cambien de caballo o ahóguense!”.

7. Evitar todos los juegos de tiro al blanco de las ruedas de prensa. Yo me saldré con la mía con Larry King y dejen que los severos medios de comunicación noticiosos se quejen con respecto a las bolas suaves.

8. Reducir el círculo de opositores. Me enferma hasta la médula tener que alegar que 200.000 millones de dólares para la guerra podrían ser invertidos mejor en escala nacional. Ese golpe aislacionista suena como si viniera de Dean o incluso de McGovern; pero, como le gusta decir a Bush: “A cualquier precio”.

9. Atacar con dureza el horror del monopolio del poder. Nosotros debemos convencer a las mujeres de que un voto por Bush significa un retorno a los abortos clandestinos.

10. Por encima de todo, ganarse de nuevo a las mujeres que solían apoyar a los demócratas. Bush les hace creer que los combates en Iraq son por la seguridad de sus familias. Demasiadas mujeres no logran entender que Iraq nos distrae del combate mundial contra el terrorismo. Y el argumento de Bush de que es “mejor pelear allá que aquí” -vinculando a Iraq con la red Al Qaeda– cierra lo que solía ser nuestra enorme brecha entre los géneros. Así que tengo que mostrar que “mientras él da giros políticos, nosotros estamos perdiendo”; y no importa que eso me haga dependiente de una escalada por parte de Zarqawi y pesimista a raíz de cambios de posición de integrantes de la CIA, los cuales estuvieron equivocados anteriormente, pero actualmente desean empleos en mi administración.

Sí, las mujeres asustadas son la clave, así que basta de matices sensibles. Ellos quieren al Sr. Duro; a partir de ahora y hasta noviembre, eso es lo que tendrán.

© The New York Times News Service.