Acúsome señor Juez que he pecado de pensamiento y de palabra y por eso vengo a confesarme ante usted como pide el pastor de almas Iván Oña, nuevo consejero espiritual del régimen, que quiere que los periodistas nos confesemos pero no a medias sino enterito para que nos arrepintamos de haber dicho las verdades a medias.

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, señor Juez, confieso ante usted que yo he pensado que el régimen es medio corrupto, que Lucio es medio incompetente, que las últimas alianzas las ha hecho con prófugos y medio perseguidos por la justicia, que el Presidente ha estado haciendo su campaña con fondos que son a medias del Estado.

¡Ay, señor Juez, cómo me arrepiento de haber pensado que todo eso y mucho más era a medias, cuando debía haber pensado que era completamente! ¡Nunca más, le juro!

De palabra, señor Juez, también he pecado porque he dicho que Lucio es medio impreparado, medio mentiroso, medio contradictorio, medio demagogo, medio inentendible y, sobre todo, medio medio, señor Juez, cuando es entero. O sea completito, señor Juez, de cabo a rabo. ¡Ay no, perdóneme señor Juez esta verdad dicha a medias! No es de cabo a rabo sino de coronel a rabo. ¿Ya ve cómo ya no dejo nada a medias? Aunque de cabo también ha de haber sido igualito, bien a medias, señor Juez. ¿Usted qué cree? Ah, usted no cree nada porque es Juez. Bueno, está en su derecho, para qué también. Pero yo sí creo, porque no soy juez: le juro que de cabo también ha de haber sido.

¿Sigo en mi confesión o ya se cansó? Bueno, pero no me grite, señor Juez, que ya sigo.

Verá: yo dije que a media familia le ha puesto en cargos burocráticos y esa también fue una verdad a medias, señor Juez, porque fue a toda la familia. Cómo será, que el Zuquilanda ese que hay les pidió la renuncia a dos funcionarias que estaban en la embajada de Washington porque dizque eran cuota política, pero no le mandó sacando a la hermanita del Presidente que está de cuota familiar en Buenos Aires. O sea, señor Juez, mucha tontera con este Presidente que no es medio tramposo, sino tramposo entero.

Y tampoco es medio incongruente.

Ni medio inconsecuente.

Ni medio diluyente.

Ni medio inconcluyente.

Ni medio inteligente. ¡Ay no, eso sí es señor Juez, porque le falta la otra mitad, que dónde también se le habrá caído! ¡Y cuándo!

Y ya, señor Juez, rendida que ha sido mi confesión me voy enteramente en paz y sin dejar nada a medias, no sin antes agradecer mucho al señor Oña, que también está de que confiese ante usted por qué en tan poco tiempo en el que está en el cargo dice tantas pendejadas enteras. Y, encima, una tras de otra.