En algún momento se comparó a un gobierno ecuatoriano con el desaparecido barco Titanic, como símbolo de una catástrofe anunciada en aquella época.

Desde entonces, es como una psicosis la que vive el pueblo, siempre pensando en lo peor, en lo negativo, es como si lo positivo, la satisfacción, los logros, los éxitos, la buena hora, son palabras muy difíciles de escuchar en el lenguaje  ecuatoriano del día a día.

Por el contrario, es más común escuchar: ¡qué desgracia!, ¡estamos mal!, de mal en peor, en mala hora... Los ecuatorianos necesitamos darnos un baño de optimismo y pensar seriamente en el futuro de nuestro país. No podemos pasarnos el resto de nuestras vidas quejándonos y haciendo responsable a cada gobierno que nosotros mismos elegimos.

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La sociedad civil organizada está obligada a intervenir como ente supervisor de un gran cambio nacional. Hay que trabajar conjuntamente con gobiernos, constituir una agenda nacional con objetivos comunes en la que se fijen metas.

Fernando Giler Riofrío
Guayaquil