Luego de leer la investigación que realizó EL UNIVERSO respecto de la situación de la educación fiscal en el país, recordaba lo que Mario Vargas Llosa repetía hace varios años respecto de la necesidad de reformar el sistema educativo de estos países, señalando que no solo es importante que todos tengan acceso a dicho sistema sino principalmente que las diferencias económicas no determinen, de manera automática, que unos estudiantes reciban una formación escolar, universitaria o profesional de alto nivel, mientras que otros reciban una mediocre, por no decir totalmente deficitaria formación educativa.

No cabe a estas alturas discutir el protagonismo de la educación como base elemental de un proyecto de transformación nacional, pero en este país de forma solapada se ha hecho algo parecido, relegando el problema educativo a un segundo plano como si acaso temas más urgentes o trascendentes demanden un relevo paulatino en las prelaciones de la agenda nacional. Por supuesto, se pueden encontrar muchos culpables al momento de descifrar la crisis de la educación nacional, pero gran parte de la responsabilidad debe atribuirse a la lectura que da nuestra clase política para la cual el tema educativo no es rentable desde el punto de vista de réditos electorales inmediatos, posibilitando que un sistema cuasicolapsado mantenga su condición de statu quo.

Se dirá siempre que el problema pasa inevitablemente por la crisis económica que hace años golpea al país, hecho que ha impedido encarar una transformación trascendental del proceso educativo; pero aun admitiendo que la estrechez de recursos resulta ser un gran obstáculo en el mejoramiento de las condiciones educativas, lo cierto es que no ha existido la voluntad política de otorgar a la educación el papel preponderante que tiene, debido entre otras razones a que las transformaciones en este campo, requieren un proceso que a su vez demanda un lapso importante, luego del cual recién se empiezan a cosechar los resultados buscados. Si los gobernantes advierten que el cambio gradual en el régimen educativo no será advertido en el periodo de su gestión, entonces para qué el apuro del cambio si a fin de cuentas lo que se busca siempre es el clientelismo de carácter político.

Una de las claves para entender el problema de este país, las razones de su atraso, sus actitudes culturales, sus equivocaciones al momento de las decisiones electorales, pasa inevitablemente por la realidad de un sistema educativo desgastado e inoperante. En un país en el cual se habla mucho de una diversidad de temas que supuestamente permitirán el desarrollo futuro, se discute muy poco respecto de las escasas posibilidades que realmente se harán en la medida que las condiciones de la educación se mantengan al margen de un proyecto nacional. A fin de cuentas, la educación solo es noticia cuando llegan los paros de la UNE, mientras eso no ocurre daría la impresión de que en la educación fiscal no pasa nada, cuando precisamente ese es el más grave problema, que no pasa nada.