Juan Urquiza lamenta la partida del  Indio y anhela aprovechar la oportunidad que le dio la dirigencia.

Jorge Solari es su amigo, casi un hermano. Es el técnico que hace diez años conoció en Rosario, Argentina, y con quien ha dirigido en su país, en  Chile y en Ecuador. Hoy una amarga circunstancia de la vida los ha separado, cuando recién comenzaban a dirigir por segunda ocasión Barcelona.

Por eso, desde la soledad de una habitación, Juan Urquiza pide respeto para el hombre que volvió a este país con sed de revancha, pero también con la tristeza de alejarse de su  segunda hija, Paola, en el instante en que ella impotente ve  cómo a su primogénita, Micaela, se le extingue la vida por un tumor que le compromete cerebro y cerebelo.

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Pide respeto porque el Indio, a quien jamás se atreve a llamar así por consideración, nunca tuvo la intención de hacerle daño a Barcelona. Más bien, cuenta él con tristeza, aceptó el reto de volver porque pensó que así podría esquivar un poco la depresión que lo embarga. Pero no pudo. En Guayaquil, Solari se entristeció más. Las llamadas, hacia y desde Buenos Aires, eran continuas. Y las lágrimas del hombre de rostro risueño se escapaban una y otra vez.
Desde Rosario, Solari coincidió con su asistente. Él contó que se arriesgó a venir porque, según las últimas tomografías, la enfermedad no avanzaba. La salud de la niña era estable porque el tumor, que intentaron desaparecer con tratamientos en Italia, España y Estados Unidos, no aumentaba.

Con resignación lamentó el haber partido, porque tenía mucha ilusión de triunfar acá. Es más, se sentía optimista por el excelente plantel que ahora le tocó dejar y que, por el momento, dirige Urquiza.

En cada palabra, con su voz entrecortada, el ex técnico amarillo dejó ver cuánto amor siente por su familia.
También confesó que el fútbol es importante, pero había que escoger y él decidió acompañar a la mayor de sus nietas en sus últimos días de vida, porque la situación es irreversible.
Tan mal está la pequeña que últimamente ha tenido fiebres de hasta 42° y las convulsiones han sido muy seguidas.

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Es duro decirlo, cuenta Urquiza, pero los médicos y la familia solo esperan el final. Para él es increíble cómo en seis meses se apaga la vida de Micaela, una niña de 8 años, a quien él conoció como un ser saludable, pero un día de marzo pasado –mientras jugueteaba en su casa– sintió un mareo y después todo fue trágico.

Trabajar era lo que más quería, dice el hombre que el domingo dirigirá a Barcelona ante Deportivo Quito, al referirse a Solari. Y al instante comenta que cuando escuchó que el Ídolo lo necesitaba se motivó. Pero fue la peor decisión. Es más, el sábado pasado dudó mucho en irse hacia Buenos Aires. Algo le decía que le iba a ser difícil volver, pero una vez que habló con un dirigente tomó un avión y partió.

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Hoy, en su habitación, solo quedaron los vídeos de los partidos que estaba analizando desde el mismo momento en que llegó a Guayaquil para dirigir a Barcelona. Allí también hay algunas pertenencias de él que sus amigos le harán llegar dentro de poco.

Ilusión de quedarse
Cuando se le pregunta a Urquiza ¿qué sucederá con él? Contesta con tristeza que debe seguir sin Solari. Pero al instante lo incentiva un optimismo único. Dice que quiere tener la oportunidad de quedarse y triunfar en Barcelona. Se siente capaz. Cree que, con la ayuda de Ricardo  Armendáriz, Sebastián Somoza y Bruno Militano, puede conseguir    el título  que les es esquivo a este club desde hace seis años.

Dice que Leonardo Bohrer, como presidente de Barcelona, es libre de dialogar con todos los técnicos que crea conveniente, pero también tiene la intención de aprovechar la oportunidad de mañana, cuando los chullas visiten Guayaquil.

“Nosotros no hemos presionado para que se quede con nuestro trabajo. La dirigencia tiene la libertad de elegir; ahora, si nos escoge a nosotros, bienvenido sea”, expresa.

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Para él, dirigir a Barcelona con la posibilidad de quedarse “es un desafío importante porque conozco el medio y tengo experiencia”, dice, pero al final vuelve a insistir que ojalá aparte de todo se respete a su amigo Jorge Raúl Solari.