La realidad es evidente, algunos padres que son pobres solo desean que sus hijos trabajen y no le dan ninguna importancia a la educación.

Es alarmante ver a tantos menores en las calles trabajando desde temprana edad, muchos de ellos venden productos en puestos ambulantes, son betuneros, hacen malabarismo en medio de las calles junto a los semáforos, etcétera, intentando obtener dinero para llevar a sus casas.

Es importante que se les dé cualquier tipo de proteción. Con el establecimiento de los inspectores de trabajo de los niños, se está demostrando preocupación por esta parte de la población.

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Considero que el trabajo de los niños es inevitable, pero puede ser garantizado, y es deber del Estado hacerse cargo de esto para promover el respeto a sus derechos fundamentales.

Patricia Alejandra Mora Cruz
Quito

En nuestro país no es raro encontrar a cada paso, niños de muy corta edad que arriesgan su integridad por el penoso hecho de tener que trabajar; fenómeno que obedece a factores estructurales propios de las sociedades como la nuestra, con problemas económicos, desintegración familiar, etcétera.

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Esos aspectos impiden que el niño y el adolescente se desenvuelvan en un ambiente adecuado, propio del ser humano en desarrollo.

A pesar de ello, muy poco se ha hablado del tema, sino hasta hace un par de años en que se han venido desarrollando algunas políticas y dando la importancia que el tema merece, mediante incentivos a jóvenes de escasos recursos para que obtengan becas de estudio, pues muchos de esos niños no solo tienen la responsabilidad de trabajar sino que deben afrontar maltrato de toda índole.

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Teresa A. Coba Gómez
Quito