Con frecuencia cada vez mayor, funcionarios del presente Gobierno, hablando de manera anónima, han estado dispuestos a decir que Estados Unidos está decepcionado de que las relaciones con Rusia no hayan mejorado en la forma en que muchos habrían esperado.

El secretario de  Estado, Colin L. Powell, reaccionó con cautelosas críticas hacia las nuevas medidas del presidente ruso, Vladimir V. Putin, con miras a consolidar su poder sobre el sistema político de Rusia, advirtiendo que el combate al terrorismo no debería convertirse en una excusa para distanciarse de las “reformas del proceso democrático”.

Powell, en una entrevista con la agencia noticiosa Reuters, dijo que funcionarios del Gobierno estadounidense expondrían inquietudes con respecto a las acciones de Putin “en los próximos días”, pero no especificó quién estaría llevando a cabo esa acción. Se espera que el Secretario estadounidense se reúna con el canciller ruso, Sergey Lavrov, en la Asamblea General de Naciones Unidas, por efectuarse la semana entrante.

La Casa Blanca emitió una declaración por separado por parte de un prominente funcionario, diciendo que la acción de Putin “hace surgir algunos interrogantes que nos gustaría abordar” con reuniones futuras.

Tomada en conjunto, la reacción del Gobierno estadounidense fue vista como moderada, reflejando inquietudes crecientes en la administración con respecto a lo que ha sido un deterioro de la relación con Rusia a lo largo del último año. Funcionarios del Gobierno actual de Estados Unidos se han sentido alarmados ante el hecho de que incluso críticas tenues hacia Rusia en el pasado tan solo han creado antagonismo en las relaciones entre ambos países.

Powell, al defender el registro de la administración en lo tocante a la política exterior durante la temporada de las elecciones presidenciales, ha afirmado frecuentemente que las relaciones con Rusia son mejores de lo que han sido por muchos años. El secretario ha citado la cooperación con respecto al terrorismo como una de las muchas áreas en las cuales Rusia y Estados Unidos han trabajado juntos.

Los detractores, incluyendo a muchos ex funcionarios de la administración Clinton, han acusado al presidente George W. Bush y su equipo de política exterior de haberse abstenido de emitir críticas hacia la represalia interna de Rusia sobre disidentes, crítica que algunos integrantes del equipo de Bush solían hacer con respecto a ciertos asesores del ex presidente Bill Clinton.

En el 2001, poco después de haber asumido la Presidencia de Estados Unidos, Bush declaró que él había llegado a entender el “corazón y alma” de Putin y estaba esperando con impaciencia el momento de hacer negocios con él. El mandatario estadounidense ha invitado a Putin a Camp David y a su rancho en Crawford, Texas, y elogió al líder ruso por su amplia visión y comprensión del combate al terrorismo.

No obstante, con frecuencia cada vez mayor, funcionarios del presente Gobierno, hablando de manera anónima, han estado dispuestos a decir que Estados Unidos está decepcionado de que las relaciones no hayan mejorado en la forma en que muchos habrían esperado.

Previamente en el mes, Bush telefoneó a Putin para ofrecerle su simpatía después de la matanza de escolares en Beslan, y tanto él como la primera dama, Laura Bush, fueron a la Embajada de Rusia en Washington para firmar un libro de condolencias.

Sin embargo, personas allegadas a Bush afirman que ha existido considerable inquietud en lo tocante a recientes acciones antidemocráticas, como la persecución de líderes empresariales que son detractores del Gobierno ruso, la distribución de activos gubernamentales entre amigos del mandatario ruso y la cancelación de contratos de exploración petrolífera con empresas estadounidenses, lo cual funcionarios estadounidenses dijeron que era una indicación de que el Gobierno ruso ya no estaba tan interesado en hacer negocios con Occidente.

Si bien estará visitando la sede de Naciones Unidas la semana entrante, no está claro si Bush se reunirá con algún funcionario ruso.

Pese a respaldar acciones rusas en contra de terroristas, y ofrecer mayor cooperación en lo concerniente a temas relacionados con la seguridad de aerolíneas y los servicios de inteligencia, algunos portavoces del Gobierno estadounidense han dejado entrever que el problema de la rebelión en Chechenia está relacionado con el desgaste de la región bajo el mandato ruso desde tiempos zaristas y que estos intereses nacionalistas deben ser abordados mediante negociaciones.

© The New York Times News Service.