Los sectores populares se quejan de que las autoridades seccionales no
cumplieron con las obras prometidas en las campañas electorales.

El viernes 20 de agosto, el alcalde de Ibarra, Mauricio Larrea, cumplió con un ritual: desfiló solo por las principales calles de la ciudad, acompañado por la banda municipal. Cargaba un gran cartel en el que exigía al Gobierno tres millones de dólares para modernizar el sistema de agua potable y alcantarillado del cantón.

El proyecto, en total, costaría 19 millones, y consta como prioritario en el Programa de Gobernabilidad 2000-2004 registrado en el Tribunal Electoral de Imbabura.

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En las calles, los ibarreños permanecían indiferentes a la demostración del alcalde, como si fuera un acto rutinario y no una novedad.

Larrea repitió el acto todos los viernes, hasta hace quince días, cuando suspendió el desfile por pedido del Ministerio de Finanzas, que ofreció dar una respuesta positiva al pedido de Larrea: que el Gobierno entregue los recursos  para solucionar uno de los principales problemas del cantón: un sistema de alcantarillado y agua potable obsoleto que no se ha podido renovar en 30 años.

El ritual municipal de todos los viernes no es comprendido por todos los ciudadanos de Ibarra. Patricio Pérez, director del diario El Norte, aseguró que para los ibarreños la demostración del alcalde es extraña y caricaturesca, porque la protesta no se debería efectuar en Ibarra, sino en Quito, donde está la sede del Ejecutivo.

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Desde hace más de ocho años, el cantón ha esperado una solución al problema de las tuberías de agua potable, hechas de asbesto y cemento. El asbesto es un material considerado nocivo para la salud.

En noviembre del 2002, el problema del agua dejó marcados a los ciudadanos de Ibarra, cuando se produjo una intoxicación masiva por el consumo de agua potable contaminada. 

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Debido a una rotura de las tuberías, las aguas negras del sistema de alcantarillado se mezclaron con el agua potable que llegaba a las casas. El resultado fue la muerte de dos niños y varias personas hospitalizadas.

Larrea aseguró que el colapso de las tuberías se dio por la negligencia de los funcionarios de la Empresa de Agua Potable y Alcantarillado local (Emapa).

Narcisa Yépez, entonces miembro del Directorio de  Emapa, dijo en cambio que la falla se dio por un mal manejo durante los trabajos de adoquinado de las calles.

Pérez sostuvo que ese hecho marcó negativamente la imagen de Mauricio Larrea, que es percibido como un alcalde que no ha sabido gestionar oportunamente los recursos para las obras de agua potable y alcantarillado, ni para otros ofrecimientos de campaña. “Llegó a la alcaldía hablando de un teleférico para Ibarra y ahora no hay nada de eso”, comentó.

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Larrea hizo énfasis en que casi al final de su gestión, ya están listos los recursos: un préstamo de ocho millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la red de agua potable, ocho millones donados por el gobierno de Japón; un crédito internacional de $ 900 mil, y los tres millones de dólares del Gobierno Central, de los que aún Larrea no recibe una respuesta.