Tras las vacaciones estivales, los escolares comienzan el curso 2004-2005 en los colegios públicos en España, en los que, por primera vez, la mayoría de los nuevos alumnos matriculados no serán españoles, sino extranjeros, especialmente iberoamericanos.
 
En provincias como Murcia, en el sureste español, cinco de cada siete nuevos alumnos de colegios públicos son extranjeros y casi un 60 por ciento de ellos son hijos de inmigrantes hispanoamericanos, mientras que el resto proceden de países del Magreb y del Este de Europa.
 
La incorporación de alumnos extranjeros a los colegios en España ha crecido un promedio del 37,76 por ciento en los últimos cinco cursos, según datos oficiales.
 
Entre ellos se encuentra Vanessa Rodríguez, una niña colombiana de siete años que desde el pasado año acude a un colegio de la localidad madrileña de Valdemoro y que, según dijo a EFE, está "deseando volver a clase" para ver a sus amigos.
 
Como Vanessa, más de 100.000 escolares extranjeros estudiarán este curso en la región de Madrid y alguno de ellos se encontrará con la sorpresa de que la apertura de los once nuevos colegios de la región no será suficiente para albergar tanta demanda.
 
Así, 3.000 escolares deberán empezar el curso en alguna de las 164 aulas prefabricadas preparadas por las autoridades educativas para resolver la falta de espacio.
 
Otra sorpresa que aguarda a los colegiales este nuevo curso en lugares como Madrid es el aumento del número de escolares por aula, que en más de una veintena de centros superará los 25 que recomienda la ley española.
 
La incorporación de alumnos extranjeros a los colegios provoca algunos problemas de adaptación que los profesores tratan de paliar mediante diversas alternativas.
 
En la región de Madrid se han creado "aulas de enlace" que apoyarán a los alumnos que no hablen español o a quienes lleguen a los colegios con retraso, ya sea educativo o por una tardía incorporación al curso.
 
En Cantabria, otra región en el norte del país, se creará una "comisión de interculturalidad" para favorecer la incorporación del alumnado inmigrante y de los que proceden de minorías étnicas.
 
La barrera idiomática se puede convertir además en un grave problema para aquellos inmigrantes que residen en regiones españolas que tienen lengua propia y, donde además del castellano, la educación se imparte en catalán, vasco o gallego.
 
Para salvar estas barreras, los gobiernos de estas regiones promueven iniciativas de "acogida lingüística y cultural" que facilitan la incorporación de alumnos extranjeros en los diferentes sistemas educativos.
 
Además de la adaptación al idioma y al sistema educativo español, las familias de los alumnos inmigrantes, como las de los nacionales, asumen estos días los importantes gastos que genera el inicio del curso.
 
Gabriela y María, dos inmigrantes ecuatorianas que viven en Madrid, dedicaron el último fin de semana a comprar los libros que necesitarán sus hijos y que, según confesaron a EFE, "supuso un terrible esfuerzo económico que, a veces, no podemos asumir".
 
Y es que la vuelta a clase obliga al desembolso de entre 820 y 1.160 dólares de promedio por escolar para comprar, principalmente, uniformes, libros y material pedagógico.
 
Y si, además, los alumnos tienen que hacer frente a los gastos de comedor en los colegios o de transporte escolar, la factura se dispara.
 
Durante el curso 2004-2005, que finalizará el próximo mes de junio, las autoridades desarrollarán nuevos programas de fomento de la lectura y del deporte, de acceso a Internet en las aulas y de control del absentismo escolar, entre otros.
 
Pero lo que no cambia año tras año es la imagen de los escolares más pequeños, que con lágrimas y aferrados a sus padres, protestan por el inicio del colegio tras más de dos meses de vacaciones.
 
Como medida excepcional, los más pequeños sólo acudirán esta semana una hora diaria al colegio, lo que hará más fácil su adaptación a la nueva vida escolar.