“No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni tampoco árbol malo que dé frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos” (Luc. 6-43-4).

La confrontación de los pésimos frutos que la democracia está dando en Ecuador, desde antes de ayer, plantea dos preguntas:
¿Es buena la democracia? ¿Estamos viviendo en democracia?

Nuestra democracia parece ser árbol malo: las tres funciones del Estado no integran sus respectivas tareas y hacen de su irrenunciable independencia un arma contra las otras. –Es fundamentada la acusación de inseguridad jurídica. –Se estudian solo asuntos de interés inmediato, personal o grupal, mientras proyectos de ley, como el de la educación, necesitada de liberación y de renovación radical en un mundo competitivo, se postergan indefinidamente. Los partidos pululan, no por multiplicidad de ideologías, sino por ambición de jefatura y de beneficios económicos personales y de grupo. Se invierte dinero o libertad en compra de candidaturas. –Mientras la distancia entre pocos ricos y millones de pobres ha crecido, algunos, abusando de la autonomía, se asignan sueldos insultantes a la pobreza de provincias y cantones; se cobran comisiones.

Se ha jugado con la democracia: –Las campañas electorales evitan al ciudadano el dolor de pensar para elegir en bien del país.
–Se derribó a un presidente. –Se cedió una Base, evadiendo procedimientos constitucionales y legales. –Se mató la moneda nacional y con ella a la clase media.

El peor enemigo de la democracia en Ecuador ha sido una democracia vaciada de contenido.

La dictadura en Ecuador pareciera ser árbol bueno por sus grandes realizaciones positivas: –el Código del Trabajo se dictó en la dictadura del general Enríquez. –Una Junta Militar, apoyada por el ejemplo de obispos en la Sierra, promulgó la Ley de Reforma Agraria. –El Seguro Social es obra del gobierno de Federico Páez. –El gobierno del general Guillermo Rodríguez Lara tiene a su haber en la historia: la refinería de Esmeraldas, el puerto petrolero de Balao, el oleoducto, las bases de lo que hoy es la represa Daule-Peripa, asentada en el 60% en tierras manabitas. Corresponden a Manabí 500 millones de metros cúbicos de agua; gracias a ella Ecuador se desarrolla en la cuenca del río Guayas. –Al gobierno de Rodríguez Lara se deben también las bases del proyecto Paute-Mazar.

¿Por qué estas transformaciones han sido realizadas en dictadura?
Porque las dictaduras, con lo malas que son, se ponen objetivos y metas, coordinan las diversas funciones del Estado y tienen menos pugnas internas.

Para enraizar el árbol bueno de la democracia, hemos de ponernos un objetivo creador, hemos de sanar los errores antes citados con políticas de Estado, especialmente en asuntos fundamentales, como la educación, de la que dependen la productividad, la honradez, la justicia. Democracia, árbol bueno, que todos hemos de cuidar, sin dejarlo al vaivén de intereses extranjeros.

A la luz de la citada enseñanza de Jesús, todos tenemos la tarea de transformar nuestra democracia para políticos en democracia para ciudadanos.